«Un flamenco sin memoria no es verdad»

Sara Baras regresa a Sevilla con ‘Voces’, un espectáculo en el que rinde homenaje a los grandes maestros de lo jondo

04 feb 2017 / 09:18 h - Actualizado: 02 feb 2017 / 20:09 h.
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  • La bailaora Sara Baras, en una actuación en Londres, de pletórica madurez en ‘Voces’. / Andy Rain (Efe)
    La bailaora Sara Baras, en una actuación en Londres, de pletórica madurez en ‘Voces’. / Andy Rain (Efe)

En 2014 estrenó en el Teatro de Champs Elysees de París, y desde entonces ha recorrido los coliseos más prestigiosos de todo el mundo: el Teatro Bellas Artes de México DF, el City Center Theatre de Nueva York, el Kennedy Center de Washington DC, el Performing Art Center de Miami, el Festival Dei du Mundo de Spoletto, el Orb de Tokio, el Concert Hall de Hong Kong... Ahora, la gaditana Sara Baras desembarca en Sevilla, concretamente en Fibes –días 8 y 9 de febrero– con su espectáculo Voces, donde ha querido rendir homenaje a grandes maestros de lo jondo.

«Creo que ha sido la gira más bonita de mi compañía, que va a cumplir 20 años», asegura la artista. «Es una propuesta que nace de la necesidad de agradecerle a estas grandes figuras lo que nos han dado, y lo que nos dan. Todo parte de un momento triste, el de la despedida, pero se da la vuelta y se convierte en gratitud».

Los homenajeados son en concreto Paco de Lucía, Antonio Gades, Camarón de la Isla, Enrique Morente, Carmen Amaya y Moraíto. «El hilo argumental son sus propias voces, que nos van haciendo cambiar de palo, de ritmo y de actitud. Entonces lo llenamos todo de detalles que nos acerquen a cada uno, pero con nuestra propia voz. Porque si hoy tenemos una voz propia, es también gracias a su influencia».

La única voz que no suena es la de Carmen Amaya. «No la conocimos, pero en mi forma de bailar es evidente que ella está presente. Soy una admiradora total, recuerdo que repetía: ‘Yo quiero ser como Carmen, quiero una falda roja como la de ella’».

De Gades evoca la primera vez que lo vio, «en un trocito de película de Saura, y me dije: ¿Esto qué es? Poder conocerlos, estar ahí mientras ensayaban, es algo que debo tener siempre presente, y con los años le vas dando todavía más valor. Todos ellos coincidían en esa entrega, en defender el flamenco como el arte grande que es, llenarlo de seriedad y de trabajo. Y todos me dijeron lo mismo, que no me olvidara de donde vengo. ¡Abre los ojos, Sarita, aprende todo, pero no te olvides de dónde vienes!».

El caso de Camarón de la Isla es especial, y no solo por ser paisano suyo. «Su hermano, Manuel, cantaba en la escuela de Concha, mi madre, por lo que siempre nos hemos sentido unidos a la familia Monge», afirma Baras. Paco de Lucía, por su parte, es «quizá el artista que más he admirado toda mi vida. Era increíble su sencillez, su humildad, su sentido del humor, todas esas cosas que lo hacían aún más grande. He tenido la suerte de trabajar con él, me he visto empezando un rodaje a su lado a las siete de la mañana, y todo lo que hacía me parecía una genialidad. Aquella entrega hasta rozar el sufrimiento, aquel no parar de estudiar para poder sacar sobre el escenario un destello de genialidad, era increíble».

Sobre Enrique Morente, dice que «nos ha enseñado a fusionar, no sin antes saber hacer las cosas como dios manda. A querer la poesía, y a ser muy libres, a base de trabajo y de técnica, pero también de dejarte llevar por el corazón». Y de Moraíto Chico, «una persona a la que he querido y sigo queriendo, a él y a su familia, ya que estuve en la compañía de Manuel Morao», recuerda «su manera tan positiva y alegre de ver la vida, y de disfrutar de las pequeñas cosas. En la obra, él dice una frase maravillosa: ‘El dolor también enriquece el alma’. Así era él»

Seguirilla, taranta, farruca, tiento, solea, tangos, solea por bulería, romance, bulería... Voces, que cuenta con música de Keko Baldomero, hace un repaso por los principales palos flamenco durante dos intensas horas en las que Sara Baras y su elenco pretenden «transmitir la ilusión, el respeto, la admiración y el amor a una generación que no ha conocido a estos nombres, es de lo más bonito que puedo hacer. Eso, y recordar que, por fortuna, el flamenco tiene muchos más de seis maestros», agrega.

Para esta isleña de 1971, un flamenco sin memoria «se expone a no ser verdad», asevera. «El flamenco es un arte que, o crees firmemente en él, o lo tienes metido en todos los poros de tu piel, o no hay nada que hacer. Uno puede hacer las cosas correctamente, claro, tener una técnica, pero si no respetas lo que ha venido antes, no puedes sacar nada adelante, como un buen músico no puede olvidarse de los buenos músicos que le han precedido».

Como en sus últimos espectáculos, Sara Baras y su compañía saldrán a las tablas de Fibes vestidos por el taller de la sevillana Teresa Torres y el gaditano Javier Cosano. «Hacía años que no me ponía un traje de lunares, no sé ni cuántos, y he vuelto a hacerlo. Siempre pensé que no era una bailaora típica, me veía más sencilla, incluso un poco minimalista. Siempre fue más importante que se viera el cuerpo y el movimiento, pero Tere y Javier, que me tienen muy cogido el punto, han vuelto a vestirme de una forma maravillosa», concluye la bailaora.