Un montaje excelente

Fiel a ese espíritu, Teatro Clásico de Sevilla reivindica la grandeza del texto original con esta nueva versión

19 oct 2017 / 19:56 h - Actualizado: 19 oct 2017 / 20:00 h.
"Teatro"
  • Un montaje excelente

A estas alturas nadie duda que Luces de Bohemia es una de las obras teatrales más brillantes del teatro español. De ahí que ha pesar de tratarse de una obra plenamente contemporánea, esté dentro del cajón de los clásicos. Fiel a ese espíritu, Teatro Clásico de Sevilla reivindica la grandeza del texto original con esta nueva versión.

Como todo buen artista, Valle-Inclán se adelantó a su tiempo con esta obra. Su estructura formal, sumamente compleja, construye el relato en función de un sinfín de escenarios en los que se desarrolla la acción. Pero salvo las últimas escenas, que representan el entierro del protagonista, toda la historia transcurre en una unidad temporal: una sola noche, tan negra como trágica, que focaliza la tensión y acentúa la desolación del protagonista, un “cráneo privilegiado” (que dice uno de los personajes), abocado a una vida marginal y miserable. En esta nueva versión Alfonso Zurro incide en el contraste de las coordenadas espacio-tiempo situando las escenas finales del entierro al principio de la obra, dando lugar a un hermoso salto temporal que remite a la técnica del flashback cinematográfico, al igual que la música incidental, compuesta para la ocasión por Jasio Velasco, una banda sonora tan solemne como sobrecogedora.

La puesta en escena rezuma teatralidad. Para ello Zurro se sirve de un vestuario atemporal con toques grotescos y una escenografía móvil, tan funcional como simbólica, cargo de Curt Allen, así como un complejo diseño de iluminación con el que Florencio Ortíz recrea una cierta atmósfera de ensoñación. Cabe destacar el tratamiento de las acotaciones, que conforman un entramado narrativo con el que Valle-Inclán dota a los distintos escenarios de una impronta poética. Esta nueva versión las recrea con una suerte de coro ditirambico, con el claro objetivo de enfatizar la tensión y el suspense de la historia. De esa manera, podría decirse que Zurro lleva a cabo su propia distancia del ejercicio de distanciamiento que supone la técnica que domina la obra: el esperpento, que según el propio autor consiste en reflejar la realidad deformada, como si se viera a través de una espejo cóncavo. No obstante, salvo la omisión de algunos localismos, la introducción de algunos vocablos de corte actual y la supresión de algunos personajes, Zurro es bastante fiel al texto original. De hecho conserva su riqueza y complejidad lingüística, así como la deformidad de los personajes, espléndidas máscaras representadas con derroche de maestría, versatilidad y talento por los nueve intérpretes que componen el reparto. Juan Motilla consigue aligerar la tensión con su vis cómica; Amparo Marín colma de ternura el personaje de la esposa; Juanfra Juarez derrocha comicidad y dominio; Rebeca Torres borda el papel de La Pisa Bien y nos encoge el corazón con su genial interpretación de La madre del niño; Manolo Monteagudo consigue que D. Latino se nos atraviese y Roberto Quintana se funde con el personaje de Max Estrella con una soberbia interpretación.

Lugar: Teatro Lope de Vega

Obra: Luces de Bohemia

Compañía: Teatro Clásico de Sevilla

Autor: Ramón María del Valle-Inclán

Versión y dirección: Alfonso Zurro

Producción: Juan Motilla y Noelía Diaz

Música y espacio sonoro: Jasio Velasco

Interpretación: Roberto Quintana, Manuel Monteagudo, Amparo Marín, Antonio Campos, Rebeca Torres, Juanfra Juarez, Silvia Beaterio, Jose Luís Bustillo

Calificación: ****