Les conté hace algún tiempo en este mismo periódico que unos empresarios tenían la intención de crear en Sevilla un museo flamenco que además fuera lugar de exposiciones, actuaciones y centro de documentación. El proyecto sigue guardado en algún cajón de la Junta de Andalucía a la espera de ser o no aprobado. Como tantos otros proyectos, seguramente acabará en alguna papelera y Sevilla seguirá sin ocuparse de su historia flamenca, que por lo que se ve interesa poco a las instituciones públicas y al sevillano mismo, que no se mueve para nada de esto.
Ahora hay un chaval de solo 23 años, Silverio Franconetti Marín, de la localidad sevillana Morón de la Frontera –descendiente de Nicolás Franconetti Aguilar, el hermano del cantaor Silverio–, que quiere luchar para que el que es considerado el padre del flamenco sea reconocido en su tierra, puesto que nació en Sevilla en 1831, donde murió en 1889. Nació en la Alfalfa y falleció en la Plaza de San Francisco, en un edificio que estuvo en lo que hoy es el Banco de España. ¿Cuántos sevillanos y sevillanas que presumen de emocionarse con el torniscón del cante jondo saben quién fue Silverio?
El genial cantaor tuvo varios domicilios en Sevilla, como la calle Odreros, donde nació, Mesón del Moro, donde vivió de niño antes de afincarse en Marón, Potro, Alameda de Hércules, Alvareda y Plaza de la Constitución, entre otros. En ninguna de esas calles hay nada que recuerde al artista. Tampoco en Amor de Dios, Tarifa o Rosario, donde desarrolló su labor de empresario de cafés cantantes, unas veces como director y otras como dueño de locales dedicados al flamenco.
¿Tanto le costaría al Ayuntamiento de Sevilla ocuparse de crear un centro de documentación del flamenco, en una ciudad donde este arte es tan importante desde hace casi dos siglos no solo por Silverio sino por el Maestro Pérez, Manuel y Miguel de la Barrera, La Campanera, el Maestro Otero, Pastora Imperio, Manuel Vallejo, Manuel Centeno, la Niña de los Peines, su hermano Tomás, Manuel Escacena y el Niño Ricardo? ¿O solo le interesa el dinero que dejan los extranjeros en la ciudad cuando vienen a disfrutar de la Bienal?
El mayor centro de documentación del arte jondo se abrió en Jerez de la Frontera hace treinta años, con el nombre de Centro Andaluz del Flamenco, que sigue en el Palacio de Pemartín aunque por poco tiempo, porque ahora le quieren quitar el palacio para mudar el centro al futuro Museo del Flamenco de Andalucía, que también estará en Jerez, algo ya aprobado y en marcha. Y Sevilla, ¿qué hace? ¿Traer al Niño de Elche y a la joven Rosalía a la Bienal?
Recibo cada año en casa a bastantes investigadores que vienen desde distintos lugares del mundo a saber cosas sobre la historia del flamenco en Sevilla, en mi archivo personal, porque no tienen ningún centro de documentación en nuestra ciudad donde poder saber qué hay de los artistas citados y otros. Sí, se pueden ir a Torres Macarena a ver fotografías antiguas, si no se encuentran la puerta precintada por la policía local por la denuncia de algún vecino antiflamenquista, como ha ocurrido ya por desgracia alguna vez.
Sevilla es un poco la ciudad de los sueños frustrados. Lorca soñó ver a Manuel Torres sentado en una silla de aneas, en bronce y con pelo natural, en la Alameda de Hércules, donde tantas noches se rompieron la camisa con su arte y alguna seguiriya de esas desgarradoras.