Una conquista legítima

Moreno tiene qué decir, y sabe cómo hacerlo. Es natural en escena y sabe pellizcar las entretelas del respetable

21 sep 2016 / 10:40 h - Actualizado: 21 sep 2016 / 10:53 h.
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Eso de los discos debe de ser algo muy pasado de moda, que ya nadie compra y de lo que ni siquiera se habla. No se explica de otro modo lo desapercibido que ha pasado un disco como Varekai, uno de los trabajos más estimulantes de cuantos han visto la luz en los últimos años. Cuando supe que su autor, el lebrijano Rycardo Moreno, iba a presentarlo en la Bienal y en un marco como San Luis de los Franceses, y en un formato muy desnudo, me dije que había que estar allí.

Llegué con el recital empezado, con las últimas notas de lo que pareció ser el Gelem Gelem, el himno gitano. Me incorporé a lo justo para una seguiriya sencillamente fantástica, a pesar de los evidentes nervios del músico: una mezcla de jondura y fantasía jazzera que arrancó los primeros oles. Moreno toca con extrema suavidad, creando muy a conciencia en la parte baja del mástil, alternando dedos y púas, acompañándose a sí mismo con la voz en plan ‘scat’ o doblando melodías con la guitarra de Yeray Cortés, y el resultado es una verdadera exhibición de buen gusto y sutileza.

Es capaz de pasar de unos tientos morosísimos a unas cantiñas, las que dan título a su disco, que remata con la melodía de El manisero, o desarrollar unos tangos por una línea rítmica que los convierte en boleros por un momento. De hecho, los palos flamencos nunca se enfatizan, parecen para él solo un punto de partida desde el cual desplegar un discurso que tiene mucho de poético y también de narrativo, de contador de historias. Eso lo convierte en una rara avis en un ámbito, el de los nuevos guitarristas, donde por lo general hay más técnica que cosas que decir.

Moreno tiene qué decir, y sabe cómo hacerlo. Es natural en escena y sabe pellizcar las entretelas del respetable. Invitó a una joven cantaora, Sandra Carrasco, a subirse a escena para meter Ojos verdes por bulerías, a su exquisito bajista Josué Ronkio por soleá, y a su tío Tomás Moreno para que se dibujara en el aire unas pinceladas por bulerías como las que veía de niño el guitarrista en la casa familiar. Jóvenes y veteranos arrimaron su calor y su arte a la música de Moreno, pero él se mantuvo en todo momento en el centro del escenario, dueño del juego.

Acabó poniendo en pie al personal y, lo que es más importante, poniendo de manifiesto que su presencia en la Bienal no es ningún regalo, sino una conquista legítima. Se ganó el derecho a volver a la capital hispalense en un escenario más grande y a horas más favorables.

Toque: Rycardo Moreno***

Segunda guitarra: Yeray Cortés

Percusión: Poti Trujillo

Palmas: Manuel Valencia

Colaboración al baile: Tomás Moreno