Una feria con sol, estornudos y reivindicaciones

Un pregón de la escritora Dolores Redondo abre la nueva edición de la Feria del Libro de Sevilla

18 may 2017 / 21:05 h - Actualizado: 19 may 2017 / 11:02 h.
"Feria del Libro"
  • Autoridades y organizadores de la Feria del Libro de Sevilla, durante el acto de inauguración en la carpa principal instalada en la Plaza Nueva. / El Correo
    Autoridades y organizadores de la Feria del Libro de Sevilla, durante el acto de inauguración en la carpa principal instalada en la Plaza Nueva. / El Correo
  • Los primeros visitantes llegaron ayer a la Feria del Libro. / El Correo
    Los primeros visitantes llegaron ayer a la Feria del Libro. / El Correo
  • El sol promete ser el invitado principal. / El Correo
    El sol promete ser el invitado principal. / El Correo
  • La primera manifestación que vemos en la Feria 2017. / E. C.
    La primera manifestación que vemos en la Feria 2017. / E. C.

Para acudir a la Feria del Libro de Sevilla, que ayer mismo abría sus puertas en una nueva edición, es necesario renovar el kit básico. El de este año contempla como imprescindibles algún antihistamínico para combatir la alergia, que promete hacer estragos, protector solar –y gorras y sombreros si procede, pues se avecinan días de sol generoso–, agua para hidratarse, calzado cómodo para pasar un buen rato de pie trasegando expositores, algunos eurillos para invertir en buenos libros y un bolso o mochila medio vacía para poder acarrear las compras. El saber no ocupa lugar, ya lo saben, pero pesa.

A mediodía de ayer, con algunas librerías todavía ultimando detalles y otras ya con todo preparado para la gran fiesta del papel impreso, los primeros visitantes se dejaban ver al principio tímidamente, para poco a poco ir ocupando la Plaza Nueva entre exaltaciones de la primavera sevillana y estornudos de felicidad lectora.

No hemos podido conformar aún la identidad de los primeros compradores de la FLS 2017, pero sí los escritores más madrugadores en cuanto a dejarse caer por el recinto: se trataba de los siempre elegantes José Antonio Ramírez Lozano y Emilio Durán, ambos vinculados familiarmente al personal de intendencia de la Feria, pero sobre todo amantes de los libros, su medio natural.

También parecía en su salsa el primer escritor famoso invitado en la sesión de firmas, Ian Gibson, tan feliz en este sur que ha hecho suyo, como queda de manifiesto en su última obra, Aventuras ibéricas. Libro que, por cierto, le presentó en Madrid el candidato a presidir el Partido Socialista Español, Pedro Sánchez. ¿Vendría Susana Díaz a contrarrestar el efecto de su oponente, visitando por sorpresa a Gibson antes de la cita crucial de este domingo?, se preguntó alguien con sorna. No ha sido la presidenta andaluza una presencia muy obstinada en la FLS, por no decir que ni está ni se la espera, pero –por lo que pudiera pasar– el hispanista se encargó de dejar dichas sus coordenadas: «Si me buscan, estoy en el Trinity, el bar irlandés del hotel Inglaterra, porque también era el nombre de mi bar favorito de Dublín. Allí me encontrarán con una pinta de Guinness», aseguró después de establecer una original teoría entre la calidad de las aguas del Guadalquivir y las del río Liffey, allá en la vieja Irlanda.

«Políticos, lo que se dice políticos, por aquí vienen pocos», dice una escéptica librera, temiendo decepcionar al periodista que la interroga. «¿Le sirve Amparo Rubiales?». Me sirve. «Y Felipe Alcaraz viene mañana [por hoy]», apunta a su lado un compañero. Así no hay manera de que los manifestantes del Ayuntamiento hagan llegar sus preocupaciones a los responsables institucionales: ni se cruzan con ellos.

«Alfonso Guerra, ese sí que leía», dice un tercero con un deje de nostalgia. A Guerra, que fue librero como vicepresidente, y que será la estrella invitada del mitin de cierre de campaña de Susana Díaz, sí se le recuerda paseando por la Feria, seguido de una larga estela de admiradores y conmilitones, y ofició como presentador de Gibson –dicho sea por cerrar el círculo–, incluso enmendándole algún desliz de su biografía de Antonio Machado. Qué tío, ¿no?

Aunque el calor se ha presentado puntual, ayer corría entre las casetas una brisita muy de agradecer. «Qué gusto, esto parece... el Valle de Batzan», suspiraba una fiel lectora de Dolores Redondo, la encargada de pronunciar el pregón inaugural, que ha dedicado una trilogía ambientada en ese verde paisaje navarro, y ha animado a tantos lectores a visitarlo que cualquier día la Oficina de Turismo de la comunidad foral la nombra hija predilecta. Sea como fuere, la presencia de la superventas redondo trajo suerte y fresco a la FLS, cuyo éxito siempre ha dependido en buena medida de la meteorología propicia.

Tampoco tardaron en aparecer los escolares, sin los cuales ya la Feria del Libro de Sevilla no se entendería, sobre todo por las mañanas. Grupos concertados –del Ángela Guerrero, entre otros centros– se lanzaban con entusiasmo sobre los expositores, proyectando un luminoso chorro de esperanza de cara al futuro, frente a los penosos índices de lectura infantil y juvenil que se publican cada año.

Los chicos de ayer, además, confirmaron que cada vez gastan más en la Feria, y no como antaño, que –según los libreros veteranos– se dedicaban a pedir marcapáginas o cualquier otro artículo que fuera gratis, y en cambio les costaba dios y ayuda aflojar unas monedillas. Padres responsables, ya lo saben: no olviden mandar a los niños a la Feria con la paga previamente abonada...

«¿Alguien sabe si este año hay partido?», preguntó otro librero de expositor a expositor, pues ese es otro elemento inmemorial de la Feria del Libro. «El sábado, el Sevilla contra el Osasuna», apunta alguien informado. Pero eso ocurrirá en Nervión: raro sería que el flujo de forofos blanquirrojos afectara a la Plaza Nueva, como sucedió en alguna que otra edición anterior.

Otro clásico imprescindible de la Feria, o mejor dicho del entorno de la Feria, es el desfile de manifestaciones que se concentran ante el Ayuntamiento, y que llegan a fundirse con el espíritu de la feria misma, como se funden sus consignas reivindicativas, amplificadas por los megáfonos de mano, con los anuncios de la feria de los altoparlantes.

Tanto se ha llegado a identificar la Feria del Libro con todas estas movilizaciones, que este año han convocado su propia Manifestación lectora, prevista para la jornada de clausura. Todavía queda más de una semana, pero consta que ya hay quien está ensayando para cuando llegue el gran momento. ¿Una masa defendiendo a voz en cuello los libros y la lectura? Sí, parece que es posible. Pero, como rezaba ayer un hermoso eslogan en la caseta de Maclein y Parker: Si no lo leo, no lo creo.