Una historia del arte local contada en clave cartujana

El CAAC sigue reordenando su colección e inaugura la muestra ‘1975-1992’, segundo escalón de su ciclo expositivo

09 feb 2017 / 14:39 h - Actualizado: 10 feb 2017 / 12:47 h.
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La colección del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) ni es ni será inmutable. Nunca la hemos contemplado de forma fija, cerrada, en pausa. Sus fondos se asoman y se guardan con el propósito de mostrarse siempre de manera diferente a la anterior. Es, desde luego, una sagaz estrategia para concitar una y otra vez la complicidad del espectador, pero también es una muy didáctica manera de enseñar a apreciar el arte de nuestro tiempo. Desde ayer y hasta el 15 de octubre se podrá visitar la muestra 1975-1992, segunda parada de un tríptico expositivo que comenzó con 1957-1975 y que habrá de concluir llegando al aquí y ahora.

Más de 100 obras de 22 artistas representados en la colección permanente cobija este nuevo capítulo del relato. «Comenzamos con la muerte del dictador Franco, en 1975, y cerramos, por ahora, con la celebración de lo que se denominó el año de España, con la Exposición Universal de Sevilla, en 1992», introdujo ayer el director del CAAC, Juan Antonio Álvarez Reyes. Para cubrir este marco temporal la muestra se ha organizado a partir de una serie de revistas especializadas que recorren este periodo cronológico, publicaciones efímeras en las que participaron de manera decisiva importantes figuras del arte andaluz contemporáneo.

El recorrido comienza en la contracultura, con los fotomontajes de Jorge Rueda, padre del surrealismo fotográfico, de quien vemos su Pepino, «de una gran carga subversiva». Una imagen que conecta con la irreverencia sexual y social de las historietas de Nazario volcadas en El Víbora. Del cineasta a contramano Juan Sebastián Bolláin se muestra, restaurada y digitalizada, su película sobre la Alameda de Hércules, en la que reivindicaba un espacio más para el encuentro y el cruce de personajes, un Raval barcelonés a la sevillana.

Un contexto formidable para la eclosión creativa que se vivía en los primeros balbuceos de una España en libertad lo constituye el Hielotrón del arquitecto José Miguel de Prada Poole. Muchos años antes de construir para la Expo’92 el Palenque concibió esta arquitectura –¿saboteada?– que parece remitir visualmente a un centro de operaciones de la Nasa pero que no fue otra cosa que una originalísima pista de patinaje en un secarral de Montequinto.

En una sala contigua a la documentación sobre el Hielotrón veremos las primeras obras en soporte convencional. Aparece la revista Separata, que en 1979 dirigió Jacobo Cortines. E ilustres pintores abstractos sevillanos como Gerardo Delgado, José Ramón Sierra, Juan Suárez e Ignacio Tovar se enrolaron en ella. «A la vez, nuestra obra, que era geométrica, empezó a acoger un gesto más visible, más humano», explicaba ayer Juan Suárez, otro de los integrantes de aquella generación. Figura sería otra publicación emblemática. Y al calor de ella crece la nueva figuración. Por eso la muestra se detiene para mirar algunos trabajos de Chema Cobo, Guillermo Pérez Villalta y Alfonso Albacete, entre otros.

Obras de Soledad Sevilla y de Patricio Cabrera sirven de puente visual entre la extrema abstracción y el figurativismo que renacía en el ansia de algunos pinceles. «Hacia finales de los 80 se produjo una nueva transformación simbolizada en la revista Arena Internacional de Arte», expuso Álvarez Reyes. En ella adquirió un nuevo impulso el arte conceptual, con cultivadores aquí recogidos como Federico Guzmán, Rogelio López Cuenca o la inquietante instalación de Pedro Mora que ha restaurado el CAAC y que no se veía desde la Expo.

«Del entusiasmo al síndrome de mayoría absoluta. Ese podría haber sido otro nombre para esta presentación parcial de nuestros fondos», expuso ayer el responsable del centro. Entusiasmo que, en palabras del historiador José Luis Brea, se refiere a «dos momentos fuertes en el arte español de la época (1972-1992): el postconceptual de mediados de los 70 y el periodo antiformalista de finales de los 80». Subyace además una lectura política, «el punto final de la dictadura y la avanzada segunda legislatura del PSOE», al decir de Mar Villaespesa en la revista Arena.