Si todos los colegios tienen gimnasio, ¿por qué no teatro? ¿Qué hace pensar a la autoridad educativa que un metro de músculo es más saludable que uno de sensibilidad, de solidaridad, de amplitud de mente, de sabiduría, de emotividad y de tantas otras virtudes que la escena estimula entre quienes se suben a ella o la contemplan desde la platea? La directora municipal de Cultura, Isabel Ojeda, dice que sí a todo con entusiasmo, aunque ella –como precisa con evidente orgullo– tuvo «la suerte de estudiar en los Padres Blancos, donde se creó un grupo de teatro que con el tiempo ha tenido mucha importancia y del que han salido Síndrome Clown», que empezaron allí precisamente cuando ella estudiaba, «Paz Vega, Fernando Fabiani... Los alumnos tenían eso muy interiorizado. Pero sí, sería bonito que otros colegios tuviesen experiencias similares. Aquello generó una comunidad muy chula». Que lo diga precisamente cuando el Ayuntamiento, a través del ICAS, acaba de presentar su 27º ciclo El Teatro y la Escuela es motivo para la reflexión: nunca como ahora los estudiantes sevillanos (y sus familias) habían tenido tantas ni tan adecuadas oportunidades para establecer ese intercambio beneficioso para ambas partes: los escolares aprenden lo que sus libros no les enseñan, y las salas se van nutriendo poco a poco de nuevos públicos creados gracias a estas experiencias de acercamiento.
Ya lo dijo el concejal del ramo, Antonio Muñoz, en la presentación de la iniciativa, que tendrá su epicentro en el Teatro Alameda y que incluye en esta edición como novedad el primer ciclo Los Jóvenes y el Teatro, con dos montajes dirigidos a alumnos de Secundaria y Bachillerato dentro del proceso de creación de nuevos públicos: «Queremos ampliar el público objetivo de la cultura en Sevilla», explicaba el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo. Y no solo en materia escénica. Sobre esta conveniencia, Isabel Ojeda comentaba ayer, por su parte, que «precisamente estaba hablando con los responsables de la Fundación Barenboim sobre la importancia de adelantar a edades más tempranas los contenidos musicales, de tres a cinco años. Estimulando la cultura en los colegios y acercándola a los niños abres todo un mundo y los haces más creativos, incides en la inteligencia emocional y en la capacidad de los niños para empatizar».
Isabel Ojeda sostiene que sí, que el efecto de la iniciativa «se nota», y que está yendo a a las salas «un público que antes no solía acudir». Hay más cosas que se pueden hacer, además de un ciclo como este de El Teatro y la Escuela, como por ejemplo «bajar la media de edad del público del Maestranza» con espectáculos y precios más proclives a ello. No obstante, y pese a que sí parece que ha mejorado la situación, «faltan estudios de impacto a largo plazo para ver los efectos de las políticas culturales. Ahora, estamos introduciendo un nuevo sistema de venta de entradas que mediante unas sencillas preguntas a la hora de adquirirlas nos permite analizar y ver la trayectoria del público en los teatros: cuántas mujeres, cuántos hombres, de qué barrios, su perfil, su edad... y eso nos va dando una imagen del público que luego se puede aprovechar para mejorar la programación y las actividades».
En cuanto al ciclo en sí, desde el mes de octubre, 16 compañías nacionales e internacionales ofrecerán 83 representaciones para diferentes públicos. Las compañías proceden de Francia, Cataluña, País Vasco, Castilla y León, Madrid y Andalucía —Sevilla y Granada–, que ofrecerán espectáculos de teatro, danza, música, circo, magia, clown, títeres y flamenco. Además, se celebrarán las II Jornadas de Artes Escénicas por la Educación, en colaboración con la Asociación TeVeo. El tema elegido para estas nuevas jornadas es la reflexión sobre las artes escénicas y los adolescentes, cómo hacer llegar a este público actividades culturales atractivas ya sea desde la educación reglada o desde otros ámbitos, para que no se pierda el trabajo iniciado con el público infantil, y tratar de involucrarlos para siempre.