Una nueva Argónida para leer y contemplar

Ve la luz el poemario de Caballero Bonald ilustrado por Luis Manuel Fernández

18 feb 2017 / 20:18 h - Actualizado: 19 feb 2017 / 20:44 h.
"Libros"
  • El escritor José Manuel Caballero Bonald, en una imagen de archivo. / José Manuel Cabello
    El escritor José Manuel Caballero Bonald, en una imagen de archivo. / José Manuel Cabello

El Diario de Argónida, uno de los más celebrados poemarios del jerezano José Manuel Caballero Bonald, vuelve a ver la luz en edición ilustrada y limitada para coleccionistas. Esta nueva versión, realizada bajo el cuidado de Pedro Tabernero y con trabajos pictóricos de Luis Manuel Fernández, forma parte de la colección Poetas y Ciudades, donde ya han visto la luz títulos como Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, Diario de un Poeta Reciencasado de Juan Ramón Jiménez, Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges o Las Piedras de Chile de Pablo Neruda, entre otros.

En palabras del prologuista Victor García de la Concha, «una Nota del autor nos advierte de la doble intencionada ambigüedad. Argónida es, de suyo, un topónimo ficticio que utiliza para referirse literariamente al Coto de Doñana, frente al que ahora vive buena parte del año: los poemas de este libro, radicados en ese espacio real bien preciso, asocian, por referencia a ese nombre de resonancias míticas, una capacidad de connotación alegórica».

«De idéntica ambigüedad se contagia la definición del libro como diario», prosigue De la Concha, por ser éste un género en el que el dato autobiográfico se desplaza hacia terrenos de la ficción y se tiende a otorgarle al estilo mayor poder argumental que al testimonio. Queda así delimitado el marco de escritura».

«La visión del paisaje de Argónida es de naturaleza alegórica: la frontera oceánica y fluvial que Caballero Bonald divisa desde su ventana le hace entender que también la experiencia dispone / de su linde ilusoria y sus zonas prohibidas; el rudo viento de levante que arrastra arena a todos los rincones, trae consigo ese acérrimo enjambre / de historias polvorientas/ que se van superponiendo como lentos algodones de cansancio».

Por su parte, el propio Caballero Bonald confiesa que «hasta donde alcanza mi memoria, Doñana me proporcionó la primera noción sensitiva del edén, esto es, de una tierra virgen, primigenia, favorecida por los dioses a la que nadie podría nunca mancillar. Ya se sabe que esas repentinas conjeturas infantiles son también las que perseveran en la memoria de un modo más tenaz y aleccionador. Sin duda que todo eso es bastante libresco, pero la experiencia del niño que descubría el venerable Coto de Doñana –la Argónida de mi literatura– se ha ido traspasando sin ningún menoscabo a quien sucesivamente he sido».

Y concluye el autor de Descrédito del héroe, Laberinto de fortuna y Pliegos de cordel, entre otros libros: «Como todo territorio preservado teóricamente de los contagios externos, Doñana –Argónida– parece integrada en uno de los más eminentes mitos de la antigüedad mediterránea: el de la mater terrae, el de la madre tierra que castiga a todo el que pretende ultrajarla. Quien vive en Doñana sabe que, en el fondo, Doñana es indestructible. A pesar de tantos maltratos, la tierra madre acaba siempre vengándose de sus maltratadores».