Una revisión con mucha ojana

El público lo aplaudió todo, algo que ya es un clásico de la Bienal

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
08 sep 2018 / 08:25 h - Actualizado: 08 sep 2018 / 08:37 h.
"Bienal de flamenco 2018"
  • Una revisión con mucha ojana
  • Israel Galván en uno de los momentos de su actuación. Tuvo solo detalles de arte. / Raúl Caro (Efe)-Jesús Barrera
    Israel Galván en uno de los momentos de su actuación. Tuvo solo detalles de arte. / Raúl Caro (Efe)-Jesús Barrera

No recuerdo haber visto un espectáculo con tanta ojana como este, y llevo vistas todas las bienales. Arena ya me aburrió bastante cuando se estrenó en 2004, pero lo de anoche fue ya no solo aburrirse soberanamente, sino indignarse totalmente con un espectáculo infumable desde el principio hasta el final. Y lo peor es que había miles de personas, eso sí, gente aplaudidora, generosa, deseando de que Israel Galván hiciera cualquier movimiento más o menos flamenco para partirse las manos.

Tuvo pocos, quizá en las alegrías, con un David Lagos cantándole de maravilla con su voz rizada y sabia. Pero el bailaor sevillano de la Puerta Osario lleva años con los mismos movimientos y las mismas poses, que coloca en todas sus obras.

Ya nos dio una buena ración de lo mismo hace catorce años, pero ahora en un escenario enorme, el ruedo de la Plaza de Toros de Sevilla, con algunos puntos donde poder bailar mientras le cantaba Kiki Morente desde el tendido, calcando al padre o, al menos, intentándolo. A David Lagos en las citadas alegrías o las trilleras, con un cuadro de palmeros que parecía sacado de una funeraria. Si no es porque hubo algunas cosas de cante de cierto interés, como las citadas o las de un Jesús Méndez tan pletórico como de costumbre, esta obra hubiera sido insoportable porque ni siquiera hubo buenas coreografías y no había coherencia alguna. Fue además muy lenta y estuvo mal iluminada la mayoría de las veces. Por no hablar de cómo había que esforzarse para verle la cara alguna vez al protagonista, es decir, Israel Galván. Incluso su fina figura, cuando se iba a bailar a la otra punta del ruedo.

El reto era complicado porque había que llenar demasiado espacio tanto de música como de estampas. Aunque la obra iba de lo taurino y lo antitaurino, elegir la Plaza de la Maestranza ha sido un gran error, pero parece ser que de lo que se trataba era de llevar miles de personas al coso sevillano, aunque fuera regalando muchas entradas.

Esperamos con impaciencia la salida del célebre Niño de Elche, del que poco puedo decir porque cuando apareció estaba ya hasta el gorro del espectáculo. Doctores tiene la Iglesia.

Cuando estaba en la calle vi a personas descontentas, pero lo cierto es que el público se lo pasó bien y supo valorar algunos momentos de los hermanos Lagos y Jesús Méndez. También de Israel, aunque esperaba que, como llevaba mucho tiempo sin ver nada suyo, me hubiera sorprendido. El genio sigue con sus genialidades de siempre.

Arena

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Plaza de Toros de la Maestranza. Bailaor: Israel Galván. Invitados: Alfredo Lagos, David Lagos, Jesús Méndez, Kiki Morente y Niño de Elche. Dirección artística: Israel Galván y Pedro G. Romero. Entrada: menos de medio aforo. Duración: 120 minutos.

Manuel Bohórquez