Sevillana de 1967, Myriam Seco regresó recientemente a su tierra para recibir el premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos por su libro Tutankhamón en España. Howard Carter, el duque de Alba y las conferencias de Madrid (Fundación José Manuel Lara), escrito en colaboración con Javier Martínez. El volumen rememora las dos visitas de Howard Carter a Madrid, en 1924 y 1928, para explicar sus avances en el estudio de la tumba y el ajuar funerario de Tutankhamón, visitas que estuvieron amparadas por el entonces duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart. Pero Myriam Seco no solo demuestra ser una competente ensayista. Doctora en Historia por la Universidad Hispalense, desde 2008 dirige las excavaciones y restauraciones del templo de Millones de Años de Tutmosis III en Luxor, lo que hacen de ella una de las profesionales de la arqueología más destacadas de nuestro país.

Según Seco, lo más necesario para su profesión «es tener una gran pasión, una vocación muy fuerte. Eso es lo que te mueve para insistir y poder conseguir tu objetivo. Y tener mucha paciencia, ser perseverante, insistir en lo que quieres conseguir, porque a veces excavas un tiempo y no consigues nada», afirma.

El factor suerte, reconoce, influye, pero no lo es todo. «Antes de solicitar el proyecto del templo de Tutmosis III llevaba diez años trabajando en Luxor, en otros templos. Nosotros hemos tenido la suerte de que los hallazgos hayan sido muy por encima de nuestras expectativas, hemos encontrado informaciones mucho mayores de las que podíamos imaginar. Todo implica un estudio y una preparación previa a empezar a trabajar».

«En el templo de Tutmosis III trabajamos tres meses cada año. En esa campaña tú generas una gran cantidad de material que tienes que clasificar, estudiar, investigar... Algunas piezas interesantes exigen una investigación en profundidad, y para ello necesitas ir a una buena biblioteca. Nosotros vamos un mes al año a la biblioteca de Tubingen a consultar la biblioteca del departamento de Egiptología. Tenemos también personas haciendo tesis doctorales sobre ese material que sale de la excavación. Cada una de esas campañas de tres meses implican meses y meses, incluso años de trabajo, para poder publicar la correspondiente información. Pero eso lo disfrutamos también», agrega.

En opinión de la sevillana, todavía queda mucho por extraer del subsuelo egipcio. «Para nada están agotados los descubrimientos», asevera. «La prueba la tenemos en que prácticamente todos los meses noticias de hallazgos nuevos. El patrimonio del Antiguo Egipto es inmenso, lo que se ha descubierto hasta ahora es una minoría, queda por aparecer más del 50 por ciento. Tenemos trabajo para nosotros y para las generaciones siguientes».

Sin embargo, Myriam Seco rechaza estrategias como la de su colega británico, Nicholas Reeves, que con las propias autoridades egipcias anunciaron el año pasado estar cerca el descubrimiento de la tumba de Nefertiti, como forma de recaudar fondos. «Eso era una teoría, una hipótesis, que se ha paralizado y se ha dejado apartada de momento. Es bueno hacer publicidad del trabajo que haces, pero no dar resultados antes de las investigaciones, de saber qué te va a salir. Ahora mismo eso está parado, en un futuro tal vez hagan nuevos escaneos para verificar si hay nuevas cámaras. Siempre ha sorpresas, pero ya serán otros investigadores los que lo hagan».

«Al tener un templo, nosotros no solo podemos sacar toda la información posible, sino que tenemos un gran reto, que es mostrar al público estos descubrimientos», prosigue. «Ahí empieza la musealización del yacimiento, que es también muy interesante. Sabes que en un futuro, los viajeros que pasen por Egipto van a saber más de la historia de Tutmosis y van a poder visitar ese templo que antes no existía, porque estaba cubierto de arena».

Cuando observa restos de la vida cotidiana de hace tres mil años y luego se da un paseo por un pueblo egipcio o libanés... ¿le parece a veces que en el fondo es la misma gente con los mismos oficios? «No se puede comparar el Líbano y Egipto, son países completamente distintos, sin nada que ver uno con otro. Si me paseo ahora por los pueblos del Egipto Medio, la zona rural, en muchos aspectos sí son similares a como serían en la antigüedad, viviendo de la agricultura, básicamente del río, que es lo que le da vida al país. Depende de la zona. El Líbano actual es otra historia, no tiene nada que ver», asegura.

Entre los muchos obreros locales con los que trabaja en las excavaciones, aparte del obvio interés de ganarse el pan, Seco observa también una curiosidad de conocer el pasado, por acercarse a esa época. «Son familias, generaciones que han trabajado con la Arqueología, son buenísimos profesionales, unos especializados en excavaciones, otros en restauración. Son verdaderas joyas, muy profesionales, con mucha experiencia».

«Los egipcios se sienten herederos de todo aquello», concluye, «y están orgullosos de tener ese pasado. Egipto vive de ese pasado y del interés de ese pasado. En absoluto creen que todo empezara con el Islam»