Viaje a las fuentes del cante de Antonio Mairena en su pueblo natal

Mairena no ha sido ni mucho menos el mejor cantaor de todos los tiempos

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
11 may 2017 / 22:29 h - Actualizado: 11 may 2017 / 22:34 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • El cantaor Antonio Mairena. / El Correo
    El cantaor Antonio Mairena. / El Correo

Hoy y mañana van a tener lugar en Mairena del Alcor unas jornadas para recordar al gran maestro gitano, uno de los grandes cantaores de la historia del flamenco. Será como un paseo por las fuentes de su cante –así reza en la publicidad–, con recitales, charlas y visitas a aquellos lugares que tienen relación con él: la plaza donde nació, que hoy lleva su nombre, sus monumentos y rincones. Algo parecido hicimos hace unos años en nuestro Encuentro de Gazaperos, al que se apuntaron unas cincuenta personas.

Las fuentes del cante de Antonio Mairena no están en Mairena, según se desprende de lo que habló y escribió el maestro a lo largo de su vida. Aunque ya se cantara flamenco y gustara este arte antes del nacimiento del cantaor (1909), las verdaderas fuentes de su cante están en Utrera, Alcalá, Triana, Lebrija o Jerez. Mairena no es un pueblo de una tradición flamenca muy antigua, aunque tuviera siempre buenos cantaores aficionados, y los sigue teniendo en la actualidad, sobre todo buenos saeteros.

Aunque se han escrito varias biografías y ensayos sobre este artista, creo que falta la biografía definitiva, la objetiva, porque en casi todas lo han presentado poco menos que como el dios del cante. Antonio Mairena no ha sido ni mucho menos el mejor cantaor de todos los tiempos, como se ha dicho hasta la saciedad, pero sí está entre los diez o doce más influyentes de la historia, y, desde luego, entre los más largos, si no en palos de cante, sí en conocimientos.

Antes de 1962, cuando le fue dada en Córdoba la III Llave del Cante, Mairena era un buen cantaor, pero no una primera figura, digamos a la altura de la Niña de los Peines, Pepe Marchena, Manolo Caracol o Valderrama. Ni siquiera tenía todavía una obra discográfica importante, aunque se puso a ello inmediatamente, siendo hoy una de las más valoradas por los aficionados más cabales y los intérpretes del cante tradicional.

Tras la concesión de la Llave y con estas figuras citadas un poco en decadencia, es cierto que se convirtió en el amo del cante aprovechando el nacimiento de los festivales, las peñas flamencas, los concursos nacionales y la flamencología, y, sobre todo, que las grandes figuras que quedaban habían perdido un poco el norte flamenco. El maestro de los Alcores aprovechó su momento e impuso su poder, creando lo que se ha dado en llamar el mairenismo, posiblemente la corriente más poderosa del cante jondo, una verdadera ideología.

Recuerdo que en los años setenta y ochenta casi todo giraba en torno a Antonio Mairena y el mairenismo: las revistas, los programas de radio, las secciones de flamenco en los periódicos... Costaba escuchar una conferencia sobre Marchena, Caracol o Vallejo. El Festival de Cante Jondo Antonio Mairena se convirtió en el mejor de todos, una cita anual a la que acudían aficionados de toda España, y con unos carteles inmejorables.

Lamentablemente, tanto el festival como el concurso han caído en picado, como han caído otros muchos, porque la fórmula se agotó hace años, aunque sigan sostenidos por los ayuntamientos. Si en las décadas señaladas Antonio Mairena era la referencia para todos los intérpretes del cante, o para una inmensa mayoría de ellos, los jóvenes de hoy tienen otras referencias: Lebrijano, Morente, Camarón...

El mairenismo no supo hacer una buena transición tras la muerte del maestro. El cante es difícil de manejar.