Vicente Amigo, el año del guitarrista

Flamenco. El artista de Guadalcanal ha regresado al éxito. Presentará nuevo disco en febrero y ha triunfado en Nueva York, San Francisco, Barcelona, Madrid y en la Bienal

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
26 dic 2016 / 08:54 h - Actualizado: 26 dic 2016 / 08:00 h.
"Flamenco","Los protagonistas de 2016"
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No ha resultado fácil elegir al personaje flamenco del año, porque 2016 ha sido un año de artistas que han destacado mucho y que han tenido eso, su año. Manuel Gerena, por sus reconocimientos; el también cantaor chiclanero Antonio Reyes, por su despegue definitivo y su consagración como una de las nuevas figuras; el jerezano Jesús Méndez, por el mismo motivo, como Pedro el Granaíno o la cantaora aloreña Antonia Contreras, quien tras conseguir la Lámpara Minera de La Unión, su nombre cotiza al alza; el gaditano David Palomar, reconocido este año como la nueva figura del cante de Cádiz; Rancapino Chico, otra de las grandes sensaciones, o la bailaora malagueña Rocío Molina, una de las triunfadoras indiscutibles de la pasada Bienal de Sevilla, con un espectáculo en el que estuvo cuatro horas bailando y, según los presentes, embelesando.

Sin embargo, según mi criterio, el artista flamenco del año ha sido el guitarrista sevillano Vicente Amigo. Digo sevillano, arriesgándome a un tirón de orejas de los cordobeses, porque nació en el pueblo sevillano de Guadalcanal (1967), aunque se fuera pronto a Córdoba y a todos los efectos sea un guitarrista cordobés. Protagonista del año por diversas razones, siendo la principal, que ha regresado al éxito tras algún tiempo lejos de la actualidad, un paréntesis tan pronunciado que preocupó mucho a sus seguidores, miles en todo el mundo. Y es que el genio no es de los que se dejan ver a diario por teatros o fiestas flamencas, sino solo cuando algo le apetece mucho, la actuación de algún compañero al que admira en algún teatro de Córdoba o una buena reunión íntima entre amigos.

Vicente Amigo fue una revolución cuando apareció en el flamenco y sería imposible repasar aquí sus éxitos discográficos, tanto los de sus propios discos como los de cantaores que lo eligieron para triunfar en este campo, dada su capacidad para crear música prodigiosa. Si hay hoy dos o tres grandes compositores flamencos en la guitarra, uno de ellos es Vicente, que es un verdadero creador, y los creadores necesitan aislarse a veces, quedarse al margen de los actos sociales y centrarse en la creación. Cómo si no iba a tener ya la obra musical que tiene, siendo aún un músico tan joven, cercano al medio siglo de vida.

Como presentará nuevo disco en febrero, puede parecer que ha estado todo el año dedicado solo a eso, pero lo cierto es que ha trabajado mucho tanto en América como en Europa. En marzo ofreció un concierto en el mítico Carnegie Hall de Nueva York, donde actuaba por primera vez, y fue no solo uno de sus grandes éxitos de este año, sino de toda su carrera. Él mismo contó en esa fecha la emoción que le produjo cómo fue recibido, con el público puesto en pie, y que eso te ocurra en el templo de la música popular es algo de una gran importancia. Como anécdota de aquella ya histórica noche, contó que Pat Metheny entró en su camerino a felicitarlo y a decirle que había «sonado muy bien». Y recordó que en el emblemático teatro de Manhattan actuaron, entre otros dioses de la música, Paco de Lucía y Enrique Morente, dos de sus grandes ídolos.

Además de sus conciertos en América, con otra gran noche en San Francisco, ha actuado en Londres, en el Palau de la Música de Barcelona, en la Suma Flamenca de Madrid y en la Bienal de Sevilla, por destacar las más principales actuaciones. ¿De dónde ha sacado tiempo, entonces, para acabar su nuevo disco? Centrándose solo en el trabajo y renunciando a los demás placeres de la vida, porque para este artista, el trabajo es un placer.

Llamado el Rey Midas del flamenco, porque todo lo que toca lo convierte en oro, parece increíble que no haya bajado el listón y que haga tantas cosas a la vez, con una capacidad de trabajo poco común en este arte. Quizás no haya sido este año el de más actividad sobre los escenarios, pero ha conseguido acabar su nuevo trabajo discográfico, Memoria de los sentidos, que estará en el mercado en febrero y del que ya nos dio un adelanto en la pasada Bienal de Flamenco, siendo el triunfador del festival sevillano, al que llevaba una década sin venir.

En esta nueva obra, Vicente regresa un poco a sus comienzos, a un flamenco más clásico, aunque sin dejar de abrir nuevos caminos, que es lo que se espera de un fenómeno de la guitarra, sobre todo los jóvenes guitarristas, quienes, como ocurría con cada disco de Paco de Lucía, esperan que les adelante el futuro y que les abra la mente. Y eso es algo que el guitarrista y compositor de Guadalcanal ha venido haciendo desde su primer disco en solitario, De mi corazón al aire (1991), con solo 24 años de edad. En Memoria de los sentidos, contará con las colaboraciones de Farruquito, Arcángel, Miguel Poveda, Pedro el Granaíno, Rafael de Utrera y Pepe de Pura, entre otros artistas.

Por todo esto, que no es poco, Vicente Amigo ha sido el personaje flamenco del año, quizá sin pretenderlo. Vino a la Bienal después de una década sin pisar ninguno de sus escenarios y nos ofreció posiblemente el mejor concierto dado en Sevilla en toda su carrera, con el Maestranza lleno y un público entregado a su genialidad. Para muchos es el heredero de Paco de Lucía, lo cual es una soberana estupidez, porque Vicente tiene su propio discurso musical y en tres décadas de carrera ha logrado crear una obra que aunque se quedara ahí, en lo que tiene hecho hasta ahora, le bastaría para quedar en la historia.

Él mismo ha declarado alguna vez que a Paco hay que verlo como un maestro del que todos han aprendido, pero al que hay que tener siempre como un estímulo para hacer cosas nuevas, cada uno con su sello y sus aportaciones, a ser posible. Ese, suele decir el recientemente galardonado con el Premio al Mérito de las Bellas Artes, es el mejor homenaje que se le puede hacer al genio de Algeciras. Encima, es un artista con la cabeza bien amueblada.