Wagner, a lo grande, en el foso

La de anoche no fue en absoluto una mala función, pero, en múltiples aspectos distó mucho de ser una representación notable.

29 oct 2016 / 09:09 h - Actualizado: 30 oct 2016 / 00:17 h.
"Cultura","Ópera"
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Seguramente sea este Wagner el más irregular de cuantos el público ha presenciado en el Teatro de la Maestranza en su historia. La de anoche no fue en absoluto una mala función, pero, en múltiples aspectos distó mucho de ser una representación notable. Quienes quieran comprobarlo por sí mismos todavía tienen dos oportunidades, los días 1 y 5 de noviembre. Pedro Halffter es, no descubrimos nada, el director español que mejor sabe traducir el universo sinfónico y dramático del compositor alemán. Su Tannhäuser tiene personalidad, y la tiene incluso en los momentos más célebres de la ópera, en los que podría ir tirando de oficio de batuta y no pasaría nada. Fue una versión de un enorme dinamismo musical, con aceleraciones -durante toda la Obertura- y ralentizaciones inesperadas -al comienzo del Coro de Peregrinos-. Concertó espectacularmente incluso en los momentos corales más comprometidos, ejemplarmente resueltos por el Coro del Maestranza, que dirige Íñigo Sampil. La Sinfónica de Sevilla convenció en los pasajes de mayor intensidad -con metales de inequívoco sabor wagneriano- y en los espacios más camerísticos -mención merecida para el arpa de Daniela Iolkicheva-.

En el plano vocal se puede optar por la magnanimidad o por señalar con el dedo la atonía y los desperfectos. Ambos adjetivos le encajan al protagonista, el tenor Peter Seiffert, verdaderamente un cantante que ha hecho historia con el rol principal. Él ha sido el mejor Tannhäuser. Ha sido, pero lleva años insistiendo en un personaje que, sencillamente, modula en piloto automático. Su voz estuvo llena de tiranteces y el canto se volvía una y otra vez tremolante. Proyectó la voz bien, pero también vociferó. Claro que tuvo momentos de buen canto, pero empequeñecidos en el conjunto. La mezzo Alexandra Petersamer fue una Venus de colores metálicos, insegura y con un vibrato desajustado. Mucho más interesante la densidad tímbrica y la proyección de Ricarda Merbeth, como Elisabeth. El bajo Attila Jun tiene un instrumento poderoso, pero fue un Hermann envarado, hierático, sin sutilezas. A buen nivel Martin Gantner, Vicente Ombuena, David Lagares, Damián del Castillo y José Manuel Montero.

Quien no tiene ni merece redención es el director de escena Achim Thorwald. Su trabajo -coproducido por el polaco Teatro Wielki y por el Maestranza- es aburrido e incoherente. Comienza tirando de minimalismo en todo el primer acto, resuelto con proyección fija de nubes en un telón, dos cojines y una iluminación tristona. La aportación del ballet es igualmente átona. Estamos en los dominios de Venus, pero los bailarines, insulsamente vestidos con una malla color carne, no desprendían sensualidad alguna con unos cuantos pasos de aula de danza. En el segundo acto veremos la sempiternas columnas clásicas y un escenario en el que se acumula a personajes en un barullo esquemático. Al final, todo se decide en lo que parecen las ruinas del segundo acto, con unas pocas proyecciones borrosas. Tres horas sin teatro y sin nada interesante que contemplar escénicamente, con un vestuario rotundamente feo; y un resultado en el que ni hay lectura fiel ni mucho menos un replanteamiento contemporáneo de la acción.

Teatro de la Maestranza. 28 de octubre. Tannhäuser, de Richard Wagner. Intérpretes: Attila Jun, Peter Seiffert, Martin Gantner, Vicente Ombuena, Damián del Castillo, José Manuel Montero, David Lagares, Ricarda Merbeth, Alexandra Petersamer. Estefanía Perdomo. Coro del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director: Pedro Halffter. Dirección de escena: Achim Thorwald. Escenografía: Christian Floeren. Producción: Teatro Wielki y Teatro de la Maestranza. Calificación: **