Y después de escribir un libro, ¿qué?

Nuria Lupiáñez, directora de la agencia Édere, imparte un taller en la Fundación Madariaga para los escritores que no saben qué hacer para ver publicadas sus obras

13 feb 2016 / 18:43 h - Actualizado: 13 feb 2016 / 19:43 h.
"Libros"
  • Nuria Lupiáñez, profesora del taller y directora de la agencia Édere. / Manuel Gómez
    Nuria Lupiáñez, profesora del taller y directora de la agencia Édere. / Manuel Gómez

Si difícil es escribir un libro, publicarlo ya es el remate. Existe la falsa creencia de que con un manuscrito bajo el brazo (un manuscrito excelente, maravilloso y como no se ha visto nunca otro, que es la convicción íntima de todo autor) y un poco de labia se consigue estar en todas las emisoras, hacer que los grandes sellos editoriales se desgarren la ropa entre ellos por hacerse con la obra y posteriormente, tras vender montañas de lujosos volúmenes y recibir tratamiento por una luxación de muñeca de tanto estampar dedicatorias, ser llevado a hombros hasta Estocolmo para recoger el Nobel. Por desgracia, la realidad no es exactamente así; tal vez varían una o dos cosas. Para comprenderlo bien, y para ayudar a que los creadores sevillanos sepan cómo actuar una vez terminada la redacción, se está organizando un taller en la Fundación Valentín de Madariaga (junto al Costurero de la Reina) impartido por Nuria Lupiáñez, que aparte de ser periodista y estar en el ajo cultural hispalense dirige la agencia Édere, dedicada a gestionar este tipo de cosas, entre otras cuantas. Los días: 11, 12, 18 y 19 de marzo.

Hablando ayer con Nuria, esta comentaba dos o tres jocosas casualidades de autores que tirando de cara –y con la suerte también de cara– consiguieron que les echaran cuenta en las grandes editoriales, como ese que telefoneó un festivo a la agencia de Carmen Balcells y se lo cogió nada menos que ella, la editora española por antonomasia, la número uno del oficio. Huelga decir que la vida no es del todo así, y que actuar con cabeza y con criterio en estos casos no significa rendirse a la imposibilidad, sino precisamente sacarle partido a la dificultad y ver qué pasos conviene dar, cuándo, dónde y cómo. Por supuesto, siempre que nadie quiera vivir de escribir libros. Nadie lo hace –y en este nadie entran las excepciones que pudiere haber–, pero sí se puede disfrutar de ver la obra de uno publicada y exhibida en un escaparate.

«La idea surgió porque muchas veces los conocidos nos consultan qué tienen que hacer para publicar su libro, y se ve que hay un gran interés sobre eso porque los cursos de escritura te enseñan técnicas pero no suelen abundar en qué hay que hacer después, cuando ya has escrito el libro o cuando tienes claro que lo vas a hacer», contaba Nuria Lupiáñez. «Se trata de un taller que surge a partir de la frase: vale, ya he escrito el libro. Y ahora, ¿qué?

«Notamos que el mundo de la publicación es algo que se escapa muchas veces incluso a quienes ya están introducidos en el ámbito de la creación literaria. Lo primero que uno tiene que preguntarse es no ya si su obra tiene valor literario o no, sino si tiene valor de mercado, es decir, si es un tipo de libro que ahora mismo entra bien en las editoriales y se publica. Luego, hay que estudiar quién lo puede publicar, porque no todas las editoriales lanzan de todo, y uno se puede pasar la vida mandando manuscritos sin que sirva para nada».

Otro paso fundamental en la carrera del autor incipiente es entender que sí, que hay más oportunidades que hace diez años (autoedición, libros electrónicos...) pero que hasta cuando uno logra ver materializado su libro «eso no garantiza que luego vaya a tener una distribución y una difusión adecuada», matiza la directora de Édere. «Es incluso publicando con una gran editorial, y el libro está poco más de una semana en las mesas de novedades de las librerías, y al mes ya ni siquiera te lo encuentras».

«Lo importante es cuadrar las expectativas con las realidades, saber elaborar una buena propuesta para las editoriales y saber cómo moverse», dice la profesora del taller. Y también conviene «no dejarse arrastrar» por cantos de sirenas y por vanas ilusiones, «prevenirse contra engaños y autoengaños. De la noche a la mañana no se hace un best seller».