12 años de sensaciones

Hablemos de sensaciones, la palabra de moda: el bético lleva 12 años insufribles de bochorno y de ‘vendecolchas’ y abre poco a poco los ojos

18 mar 2017 / 23:21 h - Actualizado: 19 mar 2017 / 19:12 h.
"Real Betis","Manuel Ruiz de Lopera","José Miguel López Catalán","Luis Oliver","Ángel Haro","Miguel Torrecilla"
  • Un aficionado bético explota de alegría tras el triunfo ante el Osasuna. / Manuel Gómez
    Un aficionado bético explota de alegría tras el triunfo ante el Osasuna. / Manuel Gómez

Permítanme la licencia de dejar en un segundo plano la victoria del Betis ante el Osasuna, justo en una semana en la que desde la cordura muchos hemos defendido que lo más importante son los puntos más que la sensaciones. Pero fue tan surrealista –y algo para nada aislado en el Betis actual– el análisis de Miguel Torrecilla el pasado jueves que los teclazos brotan solos. Hablemos de sensaciones, esas que ha acumulado el bético durante los últimos 12 años y que han hecho que una gran parte del beticismo descubra los verbos exigir, protestar y examinar.

Cada vez son más los que exigen en función al potencial económico del Betis –olviden lo de la masa social, aquí lo que importa es gestionar la pela–. Cada vez son más los que protestan porque ven el tiempo perdido para crecer, desde aquella histórica oportunidad en el año Champions y tras ganar nada menos que un título. Cada vez son más los béticos que examinan todo, que escudriñan lo que ven, que sospechan de lo que les enseñan y que claman ante las tomaduras de pelo. La temporada empezó por Heliópolis con el presidente, Ángel Haro, señalando a los periodistas, siguió con Poyet acusando a los árbitros, continuó con Víctor denunciando que hay béticos que no quieren que gane el Betis y está terminando –no descarten algún capítulo final aún más bochornoso– con un señor muy serio diciendo que habría que preguntarse si es mejor estar en la mitad baja de la tabla con buenas sensaciones de juego (?) que entre los diez primeros de la Liga pero jugando peor.

Anet el Osasuna hubo en el Villamarín división de opiniones: unos cantaban «¡directiva, dimisión!» y «Queremos un Betis grande», la mayoría callaba degustando el marcador favorable y otros silbaban a quienes chillaban. El bético tiene derecho al hartazgo. Igual que ahora le sobran razones para indignarse al ver que Oliver se va a bañar en oro tras saquear el club y al desconocer en qué manos caerán las acciones. Todos estos asuntos son lo suficientemente importantes como para dejar el partido en segundo plano en estos momentos. Y es que, además, han conseguido que este triunfo ante uno de los peores colistas de la historia de España no aporte casi nada en una temporada que agoniza para el Betis, aun habiendo fijando un objetivo sencillamente ridículo.