40 años de la noche más hermosa del Betis...

Aniversario redondo de la primera Copa del Rey que ganó el equipo verdiblanco. Por el camino se han ido Núñez Naranjo, De la Concha, Iriondo, Montiel, Benítez, Alabanda y, el último, Buenaventura

25 jun 2017 / 09:00 h - Actualizado: 25 jun 2017 / 17:21 h.
"Real Betis"
  • Del Pozo, a la derecha, lidera la estampida bética ya con la Copa en su poder / El Correo
    Del Pozo, a la derecha, lidera la estampida bética ya con la Copa en su poder / El Correo

Unas horas antes de disputar la primera final de la Copa del Rey con Juan Carlos I en el palco, en la mañana del mismo 25 de junio de 1977, el gran Iribar atendió a Juan Manuel Gozalo, entonces en Televisión Española, y seleccionó a quienes consideraba los jugadores más peligrosos del Betis: «García Soriano y Megido. Pero Esnaola también está en un buen momento». El Chopo no sabía que acababa de adivinar la clave del partido. Como José María de la Concha, el arquitecto de aquel Betis campeón: «Si ganamos, seremos el único equipo de España que ha sido campeón de Tercera, campeón de Segunda, campeón de Liga y campeón de Copa».

Hoy hace cuarenta años de aquel día histórico, de una final para los anales no sólo del Betis, sino del fútbol español. 1-1 al final de los 90 minutos, 2-2 al final de la prórroga, una tanda interminable de veinte penaltis, dos bolas de partido salvadas por Esnaola... El entrenador campeón, Rafael Iriondo, vasco y del Athletic por más señas, lo resumió a la perfección: «En honor a la verdad se debían haber concedido dos copas».

Eran otros tiempos y era otro fútbol. Era un fútbol en el que los periodistas no sólo podían entrevistar a los jugadores y los técnicos el mismo día en que iban a disputar una finalísima copera, sino que también podían hacerlo durante el encuentro. Era un fútbol en el que los dos porteros posaban juntos para los fotógrafos justo antes de la tanda de penaltis mientras José María García les hacía un par de preguntas. Era un fútbol en el que plumillas y aficionados se apostaban detrás y al lado de la portería, con lo que fueron los primeros en saludar a quien se adjudicó el título. Era un fútbol, en definitiva, en el que Esnaola encaró la tanda de penaltis con las manos desnudas y los guantes junto al poste izquierdo. Y qué cosas, allí fue donde paró el penalti definitivo a Iribar.

También era un fútbol de muchos menos excesos. La moderación afectaba a lo pecuniario (la prima por alcanzar la final había sido de 4 millones de pesetas) y a lo pasional. No hay más que recordar la pausada celebración de Iriondo, a hombros sobre el Calderón, o el discreto festejo de Esnaola nada más detener el vigésimo lanzamiento de la tanda. «Sí se celebró, pero no como ahora. Los periodistas y los fotógrafos llegaron antes porque estaban detrás de la portería, al lado, pero sí vinieron todos los jugadores e hicimos una piña. Posiblemente el fútbol está hoy más profesionalizado que entonces y ahora se celebra más, igual que los goles. Antes se celebraban pero no como ahora», recordó Gorriti en una entrevista en este periódico. O el análisis posterior del bigoleador López: «No es para tanto. Los dos goles de la final los hice yo por casualidad».

Cuarenta años han pasado ya de aquella noche en la que Benítez, afectado por su fallo en el 2-1 de Dani, se negó a participar en la tanda y dos de los mejores futbolistas verdiblancos, Cardeñosa y Alabanda, erraron sus penaltis. Cuatro décadas del nacimiento del famoso cántico que acompaña al beticismo desde entonces y que de nuevo tronó sobre el Manzanares, 28 años más tarde, entonces contra Osasuna. En todo este tiempo ha sido la única vez en que las trece barras repitieron semejante momento de gloria. Para mayor desgracia del beticismo, en este tiempo también se han ido marchando muchos de los protagonistas de aquella plantilla, mitos y referentes de la casa bética: Vicente Montiel (1999), De la Concha (2005), el presidente José Núñez Naranjo (2013), Benítez (2014), Alabanda (2014), Iriondo (2016) y, el último, Pedro Buenaventura, que sustituyó a Ferenc Szusza en la vuelta de la primera eliminatoria, contra el Barakaldo.