Más de 10.000 aficionados dedicaron la tarde de un jueves de agosto a ver un entrenamiento del Betis en la víspera de la inauguración de la Liga 2018-19. No un partido, ni siquiera amistoso, sino un entrenamiento. Si eso no es ilusión, que venga quien tenga que venir y lo vea. En medio de ese ambiente, en medio de ese «entusiasmo» (palabra de Quique Setién) que no es sino la prolongación de lo que el beticismo vivió y disfrutó durante los dos o tres últimos meses de competición de la pasada temporada, como si el derbi que puso el cierre a la competición en el Villamarín se hubiese celebrado anteayer y no en mayo, va a cortar el conjunto verdiblanco la cinta inaugural de un nuevo campeonato. El campeonato de la ilusión. El campeonato de las expectativas. Lo ocurrido ayer en Heliópolis es una buena prueba. Lo conseguido la pasada campaña, un buen aval. Los fichajes con que Lorenzo Serra Ferrer ha reforzado el plantel, una buena coartada. Y el Levante, un buen primer enemigo.
El estado de ánimo que se nota entre la hinchada del Betis es extensible a cada estamento del club verdiblanco. Eso incluye a su entrenador y sus futbolistas. Al margen de que todavía queden un par de retoques pendientes en el mercado, la impresión entre el cuerpo técnico y los jugadores es que la plantilla ha dado el salto de calidad imprescindible para que el éxito del curso pasado tenga un segundo capítulo, a ser posible más brillante si cabe. En esa sensación tan positiva también ha influido una notable pretemporada que invita a dos conclusiones principales: los automatismos son tan evidentes que este nuevo Betis ha recogido todas las virtudes de su predecesor desde muy pronto; y las piezas que se han incorporado al engranaje se han acoplado a la perfección. Canales es el ejemplo supremo, pero lo mismo puede decirse de William Carvalho, fichado mucho más tarde.
Dicho todo lo cual, a pesar del prometedor verano de estos dos refuerzos, de los goles de Loren, del peso específico de Boudebouz, de una nómina de centrales como no se recordaba en La Palmera hacía años y de ser un equipo bastante más hecho que hace un año a estas alturas, también hay que dar su sitio a una obviedad: por muy estimulante que haya sido la pretemporada, el Betis parte con los mismos puntos que el Levante, que sólo ganó uno de sus encuentros estivales: cero. O uno, si se tiene en cuenta que el partido empieza con un empate.
Este análisis previo puede concluir con un dato paradójico: a pesar de lo bien que se ha movido el Betis en el mercado y de las bajas de Javi García, Joaquín y Tello, puede que no haya más de tres fichajes en el primer once: Pau López, William Carvalho y Canales. La presencia de Sidnei o Inui admite más reservas. El caso del Levante resulta más radical, ya que puede presentar un once sin un solo refuerzo a pesar de haber invertido más que nunca en toda su historia, en especial tras vencer a Jefferson Lerma al Bournemouth por 30 millones de euros. Sin embargo, Moses Simon (5,5 millones) es baja y Raphael Dwamena (6) y Nikola Vukcevic (9) apuntan al banquillo.