Parafraseando al director deportivo del Betis, Miguel Torrecilla, habría que preguntar al aficionado verdiblanco qué prefiere para lo que se le avecina esta noche en el Villamarín: que su equipo, juegue como juegue y dé las sensaciones que dé, venza a Osasuna y se quite de encima la losa que lo tiene aprisionado desde hace dos meses y medio en su propia casa; o que su equipo juegue muy bien... y no gane al colista de la Liga. Mientras no se demuestre lo contrario, la esencia del fútbol pasa por ganar partidos y ocupar el mejor puesto posible. Si no fuese así, el propio Betis no se habría fijado como meta igualar la décima plaza de la pasada campaña. Ningún club del mundo establece como objetivo proporcionar «buenas sensaciones» a sus seguidores. Los seguidores no quieren entelequias. Los seguidores quieren que su equipo gane. Esa es la mejor sensación de todas.
Ganar y jugar bien al fútbol es el ideal que persigue el 99% de los equipos. El Betis de Víctor, por qué no, también. Pero el Betis de Víctor sólo ha ganado uno de sus diez últimos partidos de Liga y sólo ha jugado realmente bien en dos y medio, a saber: contra el Barcelona, contra el Real Madrid y la primera parte del derbi. Y paren de contar. No hay más buenas sensaciones. La mejoría es verídica, pero el listón era el Betis plano, gris y exasperante de Gustavo Poyet, así que no estaba precisamente alto. Y ese crecimiento, asociado en su mayor parte a la presencia de Dani Ceballos en el césped, no ha contado con el respaldo de los resultados. El ritmo de puntuación de los verdiblancos sigue siendo tan enervante como antes y su hinchada, para colmo de males, sufre decepción tras decepción en su casa, donde no celebra una victoria desde el 8 de enero (2-0 al Leganés). Así que el aficionado, después de tres empates y dos derrotas en el Villamarín, también puede hacerse esta pregunta: si el Betis no derrota hoy al peor equipo del campeonato, ¿a quién va a ganar?
La idea de Víctor es repetir el buen comportamiento de los suyos en el Bernabéu. La nómina de jugadores disponibles lo ayuda en ese propósito, ya que sólo tiene una baja, el sancionado Piccini. Salvo sorpresa, lo normal es que Rafa Navarro sustituya a litaliano y el resto del equipo sea el mismo que tan buena sensación (sirva la recurrente expresión) dejó ante el primero de la clasificación. Está por ver si la actitud, la ambición y la concentración serán las mismas ante el último. También está por ver si los picos de buen fútbol que de vez en cuando practica el Betis duran más de lo que habitualmente duran, que es poco. O si la defensa no regala alguna de sus desaplicaciones, quizá menos abundantes que antes pero igualmente determinantes. O si Sanabria (tres goles en cuatro jornadas) continúa en forma. Y, sobre todo, está por ver si Rubén Castro reconsidera su divorcio con el gol. Están por ver muchas cosas en el Betis.
Osasuna, a 14 puntos del cuarto por la cola, ha ganado un solo partido en 27 jornadas. Fue el 17 de octubre del año pasado: 2-3 en Eibar (8ª jornada). El lunes, ante el mismo rival, cortó una racha de seis derrotas consecutivas, pero hasta su directiva ha anunciado ya que está planificando la próxima temporada en Segunda. Los rojillos se presentan en Heliópolis con un sinfín de bajas (Álex Berenguer, Tano Bonnín, los hermanos Flaño, el exbético Digard...) y con Sergio León de visita en la casa donde se crio por primera vez en Primera.