El Betis y el Sevilla, el Sevilla y el Betis, de nuevo frente a frente. Y ya van 92 veces en Primera División. El gran derbi, por mucho que las diferencias actuales entre unos y otros impidan hablar de duelo directo. Los heliopolitanos son decimoquintos y los nervionenses, terceros. La rivalidad es la rivalidad desde hace más de un siglo, pero la realidad también es la realidad y aconseja acercarse con prudencia a los tópicos de cada víspera para no caer en la tentación de repetir lo de siempre, en especial que no hay favorito y que la clasificación no importa, sin olvidar el otro gran clásico: son más de tres puntos. De todas las frases hechas aplicables a este tipo de choques, la única válida al cien por cien es la que lo define como un partido especial. Vaya si lo es.
Primera pregunta: ¿en los derbis no hay favorito y la clasificación no importa? El Sevilla se planta con 25 puntos más que el Betis (con un partido menos para los verdiblancos). Eso significa algo. Que no haya perdido ningún derbi en el Villamarín en los diez últimos años, también. Y qué decir de que en los siete últimos, sea cual sea el campo, ni siquiera haya encajado un gol. Son sólo datos, pero reflejan una tendencia. Desde el punto de vista del Betis, la referencia (positiva) más resaltable es que aún no ha perdido en su estadio con Víctor. Eso también es una tendencia, aunque llevar cinco jornadas sin ganar parece de más envergadura. Y si hay quien aún cree que la clasificación no es relevante, quizá le convenza la diferencia de presupuesto: el Betis anda en unos 68 millones y el Sevilla, en 135. Es decir, el doble.
Segunda pregunta: ¿son más de tres puntos? El vencedor, si lo hay, obtendrá el mismo premio que le dan por derrotar a cualquiera de los otros dieciocho contendientes de la Liga. Ahora bien, si la puntuación incluye el plus anímico que puede brindar un buen resultado, hay que estar de acuerdo. Para el Betis, ganar al Sevilla supondría romper su penosa racha de empates y derrotas y quizá le permitiría pensar que está capacitado para dar ese paso adelante que nunca llega, entre otras cosas porque todavía no ha ligado dos victorias consecutivas. Para el Sevilla, ganar al Betis equivaldría a dormir como colíder de la Liga, ahí es nada, y prolongar su óptimo momento de forma: ha ganado en siete de las nueve últimas jornadas de Liga.
Tercera pregunta: ¿qué tipo de partido se verá? El Betis deambula por un tramo de dudas y sólo ha marcado dos goles en esas cinco jornadas de marras, el mismo periodo que lleva Rubén Castro sin ver portería. El Sevilla, juegue peor o mejor, es una máquina casi imparable que en los dos últimos meses ha perdido un partido (3-1 con el Espanyol) y en las tres últimas jornadas no ha encajado un tanto. El pronóstico apunta a un Sevilla dominador y ofensivo frente a un Betis menos proclive a pelear la posesión pero firme en su idea de repetir el nivel de presión que alcanzó frente al Barcelona.
El Betis recupera a Dani Ceballos y Donk, pero sigue sin Joaquín (ni con José Carlos y Rafa Navarro) y pierde a Nahuel por sanción. El once no debe diferir mucho del que dibujó en el 1-1 contra el vigente campeón, quizá con el relevo de Bruno por Mandi. El Sevilla recupera a Pareja y Mercado (el autor del 1-0 de la primera vuelta), pero pierde a Lenglet, lesionado. Cabe la duda de si Sampaoli elegirá una defensa de cuatro o cinco.
A todas las diferencias ya expuestas hay que sumar que el Betis viene de encajar un 4-1 ante el penúltimo y el Sevilla, de perdonar la vida al Leicester en la Champions e imponerse con solvencia a Las Palmas y Eibar. Es el derbi de los polos opuestos porque así ha sido desde el principio de la temporada. En realidad, desde hace unos años. El único matiz, porque los derbis siempre los tienen, es que los polos opuestos, en este caso, no se atraen.