«El día que debuté con el Betis no pude ni comer ni dormir la siesta»

ENTREVISTA. Rafa Navarro empieza a hacerse un nombre en Primera tras una corta pero dura carrera... y un duro principio de curso. Aquí recorre su trayectoria y habla de los problemas físicos que sufrió, la solución que le dio el doctor Escribano y el trabajo específico que hace para ganar masa muscular

27 mar 2017 / 09:00 h - Actualizado: 28 mar 2017 / 11:56 h.
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  • Rafa Navarro posa con un balón en la ciudad deportiva después del entrenamiento del pasado jueves / Manuel Gómez
    Rafa Navarro posa con un balón en la ciudad deportiva después del entrenamiento del pasado jueves / Manuel Gómez

Hace poco más de tres años, Rafael Jesús Navarro Mazuecos (Salteras, 1994) se quedó sin sitio en la cantera del Betis, ni siquiera tenía agente y su padre llamó al Gerena en busca de una prueba. Ahora empieza a hacerse un nombre en Primera y ya puede presumir de haber marcado un gol en una de las mejores ligas del mundo. Hijo de un matrimonio de Palma del Río en el que la rivalidad es Real Madrid-Barcelona («yo tenía más afinidad con el Madrid») y novio de una sevillista que «poco a poco se está cambiando de equipo», el lateral desmenuza aquí su carrera...

—Empecé a jugar en Valencina de la Concepción, en alevines. En la cantera del Sevilla estuve unos cinco años, hasta juveniles. Después fui a Coria, viví mi primer año en el Betis y volví a salir. Estuve un año en el Gerena y me volvieron a repescar para el Betis B. Estuve dos temporadas antes de subir al primer equipo.

—¿Qué recuerdo guarda de su paso por el Sevilla?

—Es bueno. No pudo ser, pero aprendí mucho y sigo teniendo muy buenos amigos. Le estoy agradecido.

—Luego se fue al Coria.

—Aprendí mucho. Aunque estaba en juveniles, Puma, que era el entrenador del primer equipo, me subió y estuve entrenándome casi toda la temporada con él.

—Y por fin llegó al Betis...

—Jugué en el División de Honor y el filial. El entrenador era Puma. Debuté en casa contra el San Roque de Lepe. Al año siguiente, los que estaban en ese momento decidieron no contar conmigo y salí a Gerena libre.

—¿Sintió que la puerta del Betis se le cerraba para siempre?

—Es complicado. Era la segunda vez que salía de un filial de la ciudad, pero seguí trabajando y confiando en mí. Al final he tenido la recompensa.

—¿Conocía a José Juan Romero antes de ir a Gerena?

—No lo conocía. Fuimos nosotros mismos los que llamamos porque no teníamos equipo, no teníamos nada. Mi padre, a través de un amigo cuyo hijo jugaba en el Gerena, llamó a José Juan y me dijo que fuese allí a entrenarme. El primer día ya me dijo que iba a firmar. Siempre le voy a estar agradecido, confió en mí cuando no tenía nada y me dio la oportunidad de estar donde estoy. Ese año fue inolvidable. Disfruté mucho, la forma de jugar era única y a los laterales ofensivos nos venía bien.

—¿José Juan es el técnico clave para usted?

—Diría que sí, aunque por supuesto doy las gracias a Gustavo Poyet por confiar en mí y a Víctor.

—¿Lo ve capacitado para entrenar en Primera División?

—Claro. Si ha hecho todo lo que ha hecho en el fútbol modesto, también es muy válido para Primera o Segunda. Tienes menos tiempo para pensar y es todo más intenso, pero es un fútbol en el que José Juan lo podría hacer muy bien.

—¿Cómo volvió al Betis?

—Estaba a punto de fichar por la Balona, en Segunda B, y el mismo día que iba a firmar por la tarde me llamó Antonio Casado. Me dijo que esperara, que estaban interesados pero el Betis B aún estaba en la liguilla y no podían dar el paso. Yo decidí esperar. Me la jugué porque no sabía si el equipo iba a subir o no, pero quería estar aquí y todo salió bien. Tenía ganas de aprovechar la oportunidad porque no podía desaprovecharla. Posiblemente era la última.

—¿Le pilló por sorpresa la llamada del primer equipo?

—No sabía qué iba a pasar conmigo. Miguel Torrecilla me llamó cuando yo estaba de vacaciones para decirme que iba a la pretemporada, que me verían y me dirían si seguiría o saldría cedido. Un poco nervioso, pero como tenía la confianza de Poyet, me sentí muy a gusto. Tenía que aprovecharla, era una oportunidad única.

—Es de los pocos que puede hablar bien de Poyet...

—Siempre le estaré agradecido y le deseo lo mejor. Confió en mí para dar el salto.

—¿Ha notado ese salto de Segunda B a Primera?

—Se nota. El salto es importante, sobre todo físicamente. En los primeros partidos lo noté un poco y al no tener continuidad se nota más, pero ya lo voy llevando bien. Me faltaban siempre quince minutitos en los que las piernas ya no respondían igual.

—¿Hizo algo especial cuando supo que iría con el primer equipo en verano?

—Sí, en cuanto me llamaron cambié los planes y empecé a prepararme con un entrenador de allí del pueblo (Ángel, del gimnasio de Valencina). Tenía que llegar a tope.

—En su agencia (RR Soccer Management Agency) trabaja el doctor Escribano. Comerá muy bien, claro...

—La verdad es que sí. A raíz de los primeros partidos, en los que tuve más problemas físicos, me reuní con él con permiso del nutricionista del club y me dio una dieta. Ahora me encuentro mucho mejor gracias a esa dieta y los pasos que me recomendó. Aquellos problemas también se debían un poco a la tensión. Ahora estoy aguantando bien.

—¿El capítulo físico es su prioridad personal ahora?

—También me estoy preparando muscularmente. Debo ganar fuerza porque me hace falta, la gente está muy bien preparada y debes estar a su nivel. Llego aquí una hora o 45 minutos antes de cada entrenamiento y hago pesas y me preparo con Marcos Álvarez. El objetivo es ganar medio kilo.

—¿Siempre ha sido lateral?

—En el pueblo era mediocentro y en la cantera del Sevilla estuve de interior derecho. En el último año allí me retrasaron al lateral y ahí me he quedado. De lateral puro empecé en Coria.

—¿Suele ser goleador?

—No mucho, una media de dos o tres por temporada. El último fue con el Betis B en Marbella. Quedamos 4-4, íbamos 1-4 y se nos escapó en los diez últimos minutos.

—Describa su gol a Osasuna.

—El pase iba a Tonny, se quedó la defensa esperando al portero y me dio tiempo a llegar. Me encontré con el portero ya encima y no tenía muchas opciones. Los laterales tenemos pocas ocasiones y hay que aprovecharlas. Fue un partido de ensueño.

—Aurelio dice que le gustó su calma en el campo cuando lo reclutó para el Betis.

—Quizá al principio sí hay nervios, sobre todo en partidos importantes, pero al salir al campo se olvidan. Los entrenadores siempre dicen que soy muy regular.

—¿Y el día del debut?

—El míster me dijo por la mañana, en la activación, que iba a jugar. Me acuerdo de que ya ni comí ni pude dormir la siesta. Con muchos nervios al principio, pero después te olvidas de todo.

—¿Espera tener un poco más de continuidad ahora?

—Es cosa del míster. La competencia con Piccini es muy buena, me llevo muy bien con él y nos deseamos siempre suerte antes del partido. Me ha dado buenos consejos desde que he llegado.

—¿Qué le gusta más de él?

—La potencia. Cuando arranca es muy difícil de parar.

—¿Su mejor y peor partido?

—Me quedo con el de Osasuna. El partido contra la Real fue el que menos me gustó de los que he jugado. Tampoco me puedo quejar, llevo diez partidos viniendo de Segunda B y tengo que ir sumando minutos poco a poco.

—Comparte vestuario con Joaquín, Rubén Castro...

—Para mí es un sueño y un privilegio, los veía por la tele cuando era chiquitito y ahora comparto vestuario y sigo sus consejos. Es espectacular. Joaquín es un personaje. Y si tiene que ponerse serio, ejerce de capitán. Es muy bueno en todos los sentidos.

—Rafa Navarro no parece tan extrovertido, ¿no?

—Todo el mundo me dice que me ve como más serio, pero después en el vestuario me llevo muy bien con todos y también estoy de broma. Fuera aparento otra cosa.

—El Betis va decimotercero.

—La posición no es donde todos los béticos y nosotros queremos estar. Tenemos que pensar en quedar lo más arriba posible e intentar cumplir el objetivo.

—¿De verdad lo ve factible?

—Es un poco complicado, pero quedan muchos partidos y tenemos margen de sobra para incluso un poco más.

—¿Entiende la impaciencia de la afición?

—Entiendo que la afición nos quiera ver más arriba porque siempre, estemos como estemos, llena el campo y nos apoya aunque juguemos fuera. La afición se merece más.

—¿El Betis es un equipo defensivo?

—No lo veo así. Hay veces que un lateral está centrando y el otro está en el área o en el pico del área. Atacamos y defendemos todos.

—¿Le gusta el 3-5-2?

—Tengo que trabajar más que en el 4-4-2, pero me encuentro muy bien. Me gusta sumarme al ataque y casi estás de extremo si tienes el balón.

—¿Algún ídolo?

—Siempre me he fijado en Dani Alves, es mi jugador favorito.

—Tiene contrato hasta 2020.

—Ahora mismo sólo pienso en el Betis, quiero estar muchos años aquí, mejorando y aprendiendo.

—¿Diría que la cantera del Betis funciona bien?

—En los dos años que estuve no tuve ningún problema. Ha habido un poco de inestabilidad y la estabilidad les viene bien al club y a la cantera, pero se trabaja muy bien.

—Hablando de la famosa estabilidad, ¿el jaleo institucional les afecta?

—Creo que no nos afecta. Nosotros nos centramos en el día a día y los partidos. Es algo que no tiene que ver con nosotros y lo tenemos al margen.