El leitmotiv del ‘manquepierda’

La afición del Real Betis reprobó la imagen de los hombres de Quique Setién en algunos tramos de un envite de latigazos sentimentales y estimulantes. Es la nueva forma de vida de una afición que se abona a la exigencia.

25 nov 2017 / 22:06 h - Actualizado: 25 nov 2017 / 22:10 h.
"Quique Setién"
  • La afición del Real Betis desafió a la humedad de la noche para teñir de color los graderíos de Heliópolis. / Manuel Gómez
    La afición del Real Betis desafió a la humedad de la noche para teñir de color los graderíos de Heliópolis. / Manuel Gómez

Cámaras, luces y acción. Y, de repente, silencio y reprobación. Hubo un tiempo en el que en las salas de cine había palmas espontáneas o indiferencia cuando los créditos planeaban por la pantalla que yacía en la pared frontal. Eran años de sesiones golfas de estreno a 350 pesetas y fútbol de la Primera División a 2.000 calas. Un mes de paga semanal para aquellos imberbes que ayer, ya en la treintena, interpretaron la moderna melodía del manquepierda. Exigencia en una etapa de esperanza colectiva por el aterrizaje de Lorenzo Serra Ferrer, uno de los iconos del nuevo Real Betis del siglo XXI.

La ignominia de Ipurúa, con la humedad como desafiante decoración en una intempestiva noche de lunes, originó un encuentro plebiscitario en La Palmera. Setién asumió el reto y mantuvo el tipo. En el césped y en la sala de prensa, allí donde defendió su modelo de vida y donde, en un gesto acrobático entre el suicidio y la elegancia, señaló indirectamente a los culpables de la hemorragia defensiva. Su filosofía innegociable en un momento de exigencia colectiva que augura una nueva época en Heliópolis, allí donde algunos perpetuaron el leitmotiv de la fidelidad sin condiciones a cambio de un clientelismo heredado por familias béticas de alta alcurnia.

Con el cielo rojizo por la humedad que hiela el alma y el aliento y overbooking de sonrisas y corbatas en el palco, el Real Betis perpetró un primer acto que invitó a la reflexión y a la crítica generalizada. Como en los tiempos de depresión y resignación. Como en aquella etapa en la que la maquinaria publicitaria bullía con la calculadora en la solapa para ocultar las miserias del proyecto deportivo, el curioso matiz de un club de fútbol. Una sociedad anónima deportiva. Una sociedad que necesita el gol para ser equilibrio y futuro. Y así, entre latigazos emocionales y sentimentales, surgió el narcotizante y estimulante efecto del manquepierda. La nueva versión de exigir éxitos a cambio de fidelidad. Como en las salas de cine que rugían cuando aparecían los créditos de La Vida es Bella. La vida que exigen los béticos del XXI.