Entre las horas bajas de jugadores clave y la falta de recambios

Dos de los cuatro jugadores que forman la columna vertebral del Betis no están bien (Adán y N’Diaye) y otro no está (Bruno). Las carencias de la plantilla vuelven a reaparecer

04 abr 2016 / 09:00 h - Actualizado: 04 abr 2016 / 22:29 h.
"Real Betis","Rubén Castro","Adán","N'Diaye","Juan Merino","Bruno"
  • Adán se queda en posición acrobática sobre el césped después de su fallo en el 2-0 del Atlético / Fernando Alvarado (Efe)
    Adán se queda en posición acrobática sobre el césped después de su fallo en el 2-0 del Atlético / Fernando Alvarado (Efe)
  • N’Diaye corre tras Saúl / Kiko Huesca (Efe)
    N’Diaye corre tras Saúl / Kiko Huesca (Efe)

El Betis ha sufrido un giro radical y de repente ha pasado de su mejor momento al peor, de las dos victorias consecutivas ante Espanyol y Granada a las tres derrotas también seguidas frente a Athletic, Málaga y Atlético, del optimismo sobre una permanencia casi consumada a la incertidumbre sobre qué ocurrirá si cosecha otro mal resultado con el Levante. El conjunto de Juan Merino ha cambiado la solvencia de Cornellá-El Prat y el carácter que le hizo vencer al Granada aun jugando con diez por la docilidad con que fue derrotado en San Mamés y el Calderón. El bajón es generalizado, pero resulta más patente en los hombres importantes, los que forman la columna vertebral: Adán, Bruno, N’Diaye y Rubén Castro. Tres de ellos están en horas bajas o no están y el Betis, sin relevos fiables para paliar ese déficit, lo nota.

El debate sobre esta metamorfosis hacia atrás puede beber de varias fuentes pero debe comenzar en los errores del entrenador, que para eso es el máximo responsable técnico. Merino hizo casi todo bien frente al Espanyol y al Granada. En el segundo partido rectificó su propio once sobre la marcha, pero acertó con los cambios y tuvo a los suyos muy ordenados cuando se quedaron en inferioridad. Después ha ido a peor y decisiones tan sorprendentes como relegar a la suplencia al mejor central de la plantilla, Bruno, o ni siquiera citar a Joaquín y Jorge Molina para en cambio dar minutos a Kadir o Damiao no le ayudan a subir nota.

Adán, al que su equipo debe varios puntos, es ahora noticia por lo contrario, por cometer dos fallos determinantes en dos jornadas consecutivas, algo inédito desde su llegada al Betis. Ante el Málaga se equivocó en la salida en el gol de Camacho y en el Calderón se pasó de frenada en el 2-0, aunque halle una disculpa en que Koke amagó con rematar el pase de Griezmann y lo confundió. Curiosamente, el cancerbero protagonizó después varias paradas de mérito.

A los errores puntuales de Adán hay que sumar el flojo rendimiento de la pareja de centrales que conforman Pezzella y Westermann y el extraño ostracismo de Bruno. Ni el argentino ni el alemán han demostrado ser mejores que el canario, pero Merino apostó por ellos en las dos últimas derrotas de su equipo. Pezzella, por ejemplo, falló en el marcaje a Camacho en el 0-1 del Málaga y en el 4-1 de Griezmann, mientras que Westermann no anduvo fino en el 1-0 de Fernando Torres y el 3-0 de Juanfran. Demasiadas desaplicaciones en una parcela tan importante...

Otro hombre fundamental, N’Diaye, también está en un mal momento. El francosenegalés fue un auténtico titán en las victorias sobre el Espanyol y, sobre todo, el Granada, pero a partir de ese pico ha sufrido un evidente bajón de juego. Superado en San Mamés, ante el Málaga no ayudó a Dani Ceballos en la generación de juego y en el Manzanares naufragó de principio a fin a pesar de estar más cerca de los centrales que de la zona de creación.

La responsabilidad no puede ni debe limitarse a los hombres que durante gran parte del curso han soportado el peso específico del Betis. La ausencia de un lateral zurdo que sustituya a Vargas con garantías, la discontinuidad de Dani Ceballos, la falta de un ala que complemente a Musonda, el vacío en la posición de mediapunta y, cómo no, la añoranza de un socio para Rubén Castro también son pecados que se agravan cuando el Betis cae en la inercia perdedora. La planificación de la plantilla, en definitiva, vuelve a mostrar todas sus carencias.