Fútbol que se ve como el tenis

Al Betis y a la Real Sociedad les faltó acierto y brillantez en los último metros para traducir su posesión de balón en goles

01 mar 2018 / 22:28 h - Actualizado: 01 mar 2018 / 23:30 h.
"Real Betis","Real Sociedad","Adán","Tello"
  • Sergio León se lamenta de una ocasión durante el encuentro ante la Real Sociedad. /Manuel Gómez
    Sergio León se lamenta de una ocasión durante el encuentro ante la Real Sociedad. /Manuel Gómez

La propuesta de los dos técnicos y el precedente del partido de Anoeta en el que se repartieron ocho goles hacía suponer que ayer Betis y Real Sociedad iban a pegarse otro homenaje.

Dos de los equipos que más facilidad tienen para marcar gol en Primera División se quedaron ayer en blanco. La propuesta de los dos técnicos y el precedente del partido de Anoeta en el que se repartieron ocho goles hacía suponer que ayer Betis y Real Sociedad iban a pegarse otro homenaje. Pero no, hubo ocasiones para ambos, aunque ninguno de los dos acertó con meter el balón entre los dos palos.

Pese a que no hubo goles, la pelea por la posesión del balón fue de lo más entretenida. A ratos era para el Betis, a ratos para la Real, y en función de que tenía la pelota así uno u otro estaba más cerca de marcar. El equipo vasco se echó a los brazos de su jugador mas en forma, Sergio Canales. El paisano de Setién merodeó por los costados de la defensa verdiblanca provocando cierto daño. La defensa bética de tres centrales le vino de perlas al jugón cántabro. Antes de que se cumpliera el primer minuto ya estaba el conjunto donostiarra sacando su primer córner. Tampoco tardaron mucho los locales en gozar de un saque de esquina. Era un partido de fútbol pero que se veía como un partido de tenis. Cuello a un lado y cuello a otro a toda pastilla para no perderse detalle. Lo único que estuvo ausente de la ventosa noche fue acierto y más brillantez en los metros finales. Un rato mandaban los donostiarras, otro los sevillanos, luego volvía a cambiar, y daba un giro más al poco tiempo.

Tello no le perdió ojo el balón. Ávido de minutos y después del voto de confianza que le otorgó el entrenador tenía ocasión de engancharse al pelotón de los más habituales. Tuvo un mano a mano con Moyá, además de un par de jugadas en las que dio la impresión de que podía haber hecho algo más.

Fue una noche casi sin pelotazos. No le hubiera venido nada mal a Adán dar uno en una jugada en la que optó por un regate a centímetros de la línea de gol, que casi cuesta una tragedia a su equipo. La grada saltó como un resorte ante la idea de haber perdido el partido por una jugada tan atrevida. El Villamarín abucheó a su portero, y eso a Setién no le gusto nada de nada.