No han sido ni una ni dos, sino varias, las veces en los últimos años en que el final de la Semana Santa venía que ni pintado para basar la previa del partido de turno del Betis en el tópico de la resurrección. Este año no es así. El título fácil se vinculaba generalmente a un mal momento de juego o una mala situación clasificatoria. Esta temporada, metida ya la Liga en la última decena de jornadas, el Betis es octavo, está jugando bien y ha cambiado la ingrata pugna por la permanencia por el soñado retorno a Europa. El escenario es radical y agradablemente distinto, qué duda cabe. Hasta tal punto que una victoria en Getafe, en un estadio que lleva el nombre de uno de sus mitos, ante un rival plagado de profesionales que alguna vez defendieron su escudo, lo mandaría de cabeza al sexto puesto y a un solo punto del quinto.
Al contrario de esa triste tendencia de los últimos años, el Betis no tiene por qué hablar de resurrección sino de todo lo contrario, de seguir como está... o como estaba. El pretérito imperfecto suena mejor porque han sido dieciséis días de parón, ni más ni menos. Esa rutina de entrenarse sin un partido a la vista por fin se acaba y el grupo de Quique Setién se ha marcado como prioridad mantener la línea que estableció en sus dos victorias consecutivas antes del descanso forzoso (Alavés y Espanyol). Ambas, sobre todo la segunda, se forjaron en esa redescubierta fiabilidad defensiva que algunos atribuyen en gran parte a la incorporación de Bartra, aunque no habría que minusvalorar el crecimiento de sus compañeros de zaga o la recuperación del mejor Javi García; y en un altísimo grado de eficacia en ataque, virtud a la que han contribuido la progresión de Boudebouz o la suma de nuevos goleadores (Junior, Francis, el propio Javi García...).
En sus dos últimos triunfos como visitante, Setién dibujó una defensa de cuatro y una delantera de dos. Una vez vista su convocatoria, a la que retorna Joaquín y de la que se caen Rubén Castro y el lesionado Francis, el cántabro podría retomar ese esquema, pero no es descartable que mantenga el otro guion, el de tres centrales con dos laterales profundos. La buena noticia para el técnico es que casi todos sus hombres fundamentales están aptos para competir y pelear esos puntos que le servirían para adelantar al Girona y al Sevilla y rondar al Villarreal, aunque hay tres datos que obligan a impregnar de prudencia cualquier análisis optimista de este momento del curso. El primero: a pesar del repunte de sus prestaciones defensivas en las últimas jornadas, el Betis aún tiene la tercera portería más goleada de la Liga y se enfrenta a la tercera más difícil de batir. El segundo: el Getafe no tiene ninguna presión y se está portando con una gran solidez en su Coliseum, donde apenas ha encajado diez goles y donde propinó severas lecciones al Villarreal (4-0) o el Valencia (1-0). Y el tercero: en la primera vuelta, el Betis monopolizó la pelota (75%-25%) pero se las vio y deseó para obtener un puntito después de ir perdiendo 0-2.