El debut liguero del Betis y la derrota sufrida con estrépito a manos del Barça dejan pocas notas positivas. El proyecto Poyet se encuentra todavía en fase embrionaria y decepcionó en el estreno de la competición.
Es cierto que para el 90% de los equipos de esta Liga, caer en territorio azulgrana es algo previsible. Sin embargo, a este Betis ya hay que exigirle, como mínimo, presencia. Y ayer no la tuvo, no compitió. Salió acongojado y superado por la situación. Metido atrás y sin opciones de jugar la pelota. Esperando siempre al rival, dando facilidades a Leo Messi y compañía, y claro, eso se acaba pagando y, además, muy caro.
El planteamiento inicial, con una defensa poblada con cinco efectivos, aguantó seis minutos la embestida blaugrana, los que tardó Arda en abrir la lata. El golazo de Rubén sólo sirvió para espolear al Barça, que ya no levantaría el pie hasta bien entrada la segunda parte, justo cuando el canario logró su doblete. Y es que la vida sigue igual, o eso debe pensar el bético después de lo visto. Diez fichajes, entrenador y director deportivo nuevos y una inversión que supera la realizada en las últimas diez temporadas, y todo para que al final sea lo de siempre lo único potable de este Betis: Rubén Castro, sus goles y las intervenciones de Adán. Pero cuidado, nada es para siempre. La inversión realizada y las múltiples opciones que ofrece una plantilla plagada de jugadores jóvenes, talentosos y polivalentes tienen que dar sus frutos. La máquina Rubén puede fallar algún día y si nadie pone remedio ahora, será demasiado tarde para entonces. Se antoja indispensable la adaptación de Sanabria y la ayuda de la segunda línea, hasta ahora desaparecida.
Atrás quedaron los fuegos de artificio y aunque el Camp Nou no es el Colombino y el Barça, ni el Recre ni el Córdoba, hace tiempo que el equipo muestra síntomas de una fragilidad defensiva que no se ha conseguido solventar. No será por falta de efectivos, ayer hubo hasta tres centrales y los tres jugadores que ocuparon la parcela ancha desde el inicio (Jonas Martin, Felipe Gutiérrez y Petros) tampoco contribuyeron a ello. El entrenador ya había detectado este problema e insistía en la llegada de otro mediocentro defensivo, de ahí el fichaje de David López. El problema es que hace poco más de tres días que desembarcó en Sevilla y ahora tendrá que adaptarse a la dinámica del grupo.
Tiene razón Gustavo Poyet cuando dice que la Liga del Betis empieza el viernes. También tiene derecho a pedir paciencia, faltaría más. No es más que el primer partido de Liga, pero ya saben, lo que bien empieza bien acaba, dice el refranero popular. Ojalá este sea el caso que demuestre lo contrario.
Es el momento de aprender de los errores, trabajar sobre ellos y erradicarlos antes de que se conviertan en una losa demasiado pesada, no sólo para el equipo, sino también para una directiva que teme al fracaso y que ha puesto todo cuanto estaba en su mano para que este sea un proyecto de éxito y mucho menos para la afición, ansiosa por disfrutar con su equipo. ~