La UD Las Palmas, que marcha penúltima y va por su tercer entrenador de la temporada, lleva nueve jornadas sin ganar, ha conseguido un solo punto de 27 (incluidas ocho derrotas consecutivas), apenas ha logrado dos victorias en lo que se ha jugado de Liga y ha perdido cinco de los seis partidos que ha disputado en su campo. Hoy recibe al Betis. Eso significa que muchos béticos seguramente están temblando. Lo lógico sería pensar que el rival es el idóneo para resucitar, que el estadio es el más accesible de la Liga y que quién mejor que Quique Setién para saber qué hacer en un ambiente que le resultará familiar, pero la lógica y el Betis no se caen bien. El 4-4 de Anoeta, el 3-6 de Valencia, el 5-0 de Eibar o el 3-5 copero del jueves representan a la perfección ese surrealismo negativo que desde hace dos meses envuelve casi todo lo que hacen los verdiblancos.
El Betis lleva casi todo el ejercicio entre los diez primeros y tiene las plazas europeas a tres puntos, pero este amplio agujero negro de resultados y juego ha colocado la credibilidad del proyecto bajo duda. Esa sospecha es una buena base para la parte escéptica de la afición del Betis. No se trata de victimismo barato o injustificado. Los seguidores verdiblancos, para empezar, están más que acostumbrados a que su equipo sea un regalo del cielo para enemigos en dificultades. Si eso no basta como coartada para sus temores, ahí está lo que ocurrió contra el Cádiz. Si eso tampoco es suficiente, ahí están los 26 goles que ha encajado en sus nueve últimos partidos oficiales. Y si todavía surgen dudas, ahí están el horrible momento de todos quienes tienen alguna responsabilidad defensiva, el mal momento de jugadores clave tipo Guardado, Joaquín o Camarasa y la sequía del único delantero sano de la plantilla, Sergio León (cinco jornadas en blanco).
Que casi todo pinte tan mal no significa que el Betis vaya a perder en Las Palmas sí o sí. Hay argumentos para la recuperación de la confianza, el primer paso para arreglar el estropicio que ahora mismo son los verdiblancos. Por ejemplo, el creciente peso específico de Tello y Boudebouz, cuya suplencia sería sorprendente (por no decir incomprensible), o el retorno de Feddal, sin duda el central que mejor defiende de todos los que tiene Setién, aunque no es seguro en el once porque ha permanecido más de un mes de baja por el tendón de Aquiles. Ese mismo problema tiene KO a Fabián, que se une a Sanabria en el parte de ausencias. Setién dice que «ni los médicos» saben cuánto tiempo faltará el paraguayo.
Sólo dos equipos en Primera han recibido más goles que el Betis. Uno de ellos, el primero en esa clasificación de dudosa honra, es Las Palmas (32). Se trata de otro dato que ilustra el horror que está siendo el curso en la antigua casa de Setién. La UD despidió el jueves a Pako Ayestarán (un punto de 21) y hoy sentará en su banquillo a Paquito Ortiz, que nada más llegar se encontró con la baja de Vitolo por una lesión muscular. Halilovic y el exbético Momo también se pierden este encuentro que para los canarios es vital y para el Betis, crucial y trampa al mismo tiempo.