«No voy a quitar la ilusión a nadie. Todas las aficiones desean ir a Europa»
ENTREVISTA (2ª parte). El Betis va sexto y Quique Setién confiesa que sus expectativas han sido superadas, aunque recalca que él mantendrá «una línea emocional estable». También cree que Rubén Castro «encajaría» en su sistema y habla del futuro de Joaquín o la «inteligencia» de Mandi
—El Betis va sexto y tiene a la vista hasta el segundo puesto. ¿El balance hasta ahora sobrepasa sus expectativas?
—Estamos no sé si un poco o bastante por encima de las expectativas que yo me había creado. Lo normal es que necesites más tiempo, no esperas que te acompañen tantos buenos resultados y que ya germinen muchas cosas. Estamos haciendo muchas cosas bien, pero hay otras muchas cosas que tenemos que corregir. Por eso me sorprende un poco que estemos tan bien colocados ahora mismo. Bienvenido sea, eso facilita mucho las cosas y siempre es bueno guardar para cuando no haya.
—En vista de lo bien que le va en el Betis, ¿se arrepiente de no haber venido antes?
—En absoluto. Yo me olvido enseguida de lo que ha pasado para pensar en el futuro. Y no sólo fue culpa mía que yo no estuviera aquí antes.
—¿Por qué no vino?
—Realmente no lo sé. Me ha pasado con otros equipos: inicias conversaciones, el club se decide por otras opciones y normalmente no te dan explicaciones. También nos pasa a nosotros cuando vamos a por un futbolista. Tienes muchas opciones para un puesto, al final eliges uno y al otro le dices ‘lo siento, era nuestra primera opción’ o lo que sea. Pero sé que hubo interés, igual que por mi parte. En otros momentos yo estaba muy a gusto donde estaba, una vez en el Lugo y otra en Las Palmas. Venir aquí era la decisión secundaria porque la prioridad estaba en continuar allí.
—¿Cómo veía desde fuera al Betis, en la zona baja o en Segunda pese a su potencial?
—Uno no se da cuenta del potencial de un equipo hasta que está en él. Me pasa igual con los futbolistas. Conoces a la inmensa mayoría, pero para conocerlos realmente necesitas que estén contigo, verlos competir y entrenarse, cómo piensan, cómo hablan. Son tantas las incógnitas que es imposible conocer algo o a alguien en profundidad hasta que estás dentro o convives con ellos.
—¿La plantilla le está sorprendiendo en general?
—Me está sorprendiendo en muchas cosas para bien. Nunca sabes qué habría podido pasar de no haber venido estos jugadores y sí otros, pero tú trabajas con lo que tienes y lo que más me ha llamado la atención es que tienen un entusiasmo y unas ganas enormes de hacer las cosas que les propones. Desde el primer día ves a los futbolistas cómo te escuchan y te miran cuando les hablas, lo receptivos que son. En esto sí que me ha sorprendido porque no son ni uno ni dos, sino prácticamente todos. Hubo momentos durante la pretemporada en los que pudimos tener algunas dudas, y es normal, pero ellos nos han visto tan convencidos que, aunque las cosas salgan mal en algún momento, sabemos que a la larga acabarán saliendo bien. Estamos consiguiendo las cosas quizá un poco rápido y no sabemos cómo van a responder cuando vengan los momentos malos, pero estamos todos muy contentos.
—¿Cómo contiene la euforia? ¿Enseña a los jugadores lo que hacen mal?
—Por supuesto. Ya he visto el partido de San Sebastián con detenimiento y me he cabreado muchísimo con muchas cosas, pero muchísimo. Esas cosas hay que ponerlas y verlas. Hemos estado expuestos a que nos hagan algunos goles más y esto no puede ser. Yo me olvido enseguida del resultado y me voy a lo que tengo que ver. De igual manera también disfruto con las cosas buenas, no vayamos a ser más Quijotes que yo qué sé, pero sé que todo el mundo se equivoca, yo el primero. El otro día me equivoqué en algunas decisiones que tomé y lo sé perfectamente. Trataré de no equivocarme más. Si quieres avanzar y no quedarte a vivir en el amor, tiene que ser corrigiendo las cosas que haces mal. Y el otro día hicimos muchas cosas mal.
—El Betis va sexto con muchos goles y no demasiados remates. ¿Este nivel de eficacia es sostenible?
—Me acuerdo de que en Las Palmas metimos once goles de trece remates en los dos primeros partidos y nos pusimos líderes. Y le decía a todo el mundo ‘esto es imposible, olvidaos de que vayamos a tener esta eficacia siempre’ (ríe). Esto ni el Madrid ni el Barcelona ni Messi casi. Ahora hay un punto de eficacia que nos viene bien y nos da puntos, pero también hay que entender que en algún momento perdamos eso. Esto va y viene, como la inspiración.
—Sanabria lleva más goles que en toda la Liga pasada. ¿Cuál ha sido la clave para recuperar a este jugador?
—Son chavales jóvenes que todavía no tienen la madurez que deben tener, no han pasado el tiempo ni las cosas ni la experiencia para controlar muchas cosas que pasan en el fútbol. Se tienen que dar las circunstancias adecuadas para que todo el mundo rinda convenientemente. Si metes a un jugador de calidad en un equipo que se dedica a correr y pegarla para arriba permanentemente, se le notará esa calidad pero nunca va a destacar sobremanera. Es fundamental que él esté a gusto con la idea de juego, que todo el mundo esté a gusto y él se sienta protegido por el ambiente de fútbol. Yo lo he vivido como jugador. No he rendido igual con una forma de jugar y con otra y sé con quién he destacado más y con quién menos. Si a un jugador creativo le dices que tiene que bajarla por el aire o que tiene que pegarla para arriba... Si no le pones las circunstancias adecuadas para que su potencial salga, le costará más. No digo que este haya sido el caso de otros entrenadores en este equipo, pero hay un momento en el que los futbolistas se dan cuenta de las cosas gracias a que están a gusto. En este caso concreto, este chaval también tuvo un problema con el pubis, que es una lesión muy mala. El problema se ha solucionado y ahora va a ir dando el auténtico potencial que tiene.
—¿Cuál es el techo de Sanabria y Sergio León?
—El techo es el que ellos mismos den. El futbolista va dando pasos hacia delante, se estanca o da pasos hacia atrás. En la medida en que ellos sigan convencidos de que pueden hacerlo mejor y el equipo los acompañe, tienen un gran potencial y no sabes exactamente hasta dónde pueden llegar.
—¿La aportación de los delanteros está también por encima de sus expectativas?
—Siempre se lo digo: cuando haces algo bueno, debes ser capaz de repetirlo muchas veces. Si no, voy a considerar que es una cuestión de suerte. Si haces un buen control, das un buen pase, haces una buena jugada, haces tres regates y centras bien, tienes que ser capaz de repetirlo, sobre todo si el entrenador y el equipo te han puesto las circunstancias adecuadas para que eso siga produciéndose. Los futbolistas no son monorrítmicos durante los diez meses de competición y mantenerse en ese 80-90% que les pides no es fácil. Tienen periodos en los que físicamente decaen, pierden ese punto de lucidez, se atascan un poco, pierden la confianza... En esos procesos, que pasan, tú lo tienes que entender y ayudarlos para que no se vengan más abajo.
—Ha logrado que nadie o casi nadie eche de menos a Rubén Castro y Dani Ceballos...
—Igual que no echan de menos a Camarasa, que todos sabíamos que era importantísimo, pero ha salido otro compañero y lo hace bien. También me siento orgulloso de que no echemos en falta a jugadores que son importantes. Eso significa que todos están bien. De cara al grupo es importantísimo.
—¿Rubén Castro encajaría en su sistema?
—Pues seguramente que encajaría, claro, como otros. Sanabria no rindió al nivel el año pasado y este año sí. Hay jugadores con los que no contabais, chavales de la cantera que parece que no sé qué pero salen y lo hacen bien. No me preocupo demasiado de los que no están.
—No está pero puede estar...
—El día que venga, si es que vuelve, trabajaremos con él como hacemos con los demás. Y vendrá y se tendrá que ganar el pan, como hacen todos, e integrarse en la dinámica del grupo.
—¿Sería un gran refuerzo más que un problema?
—Igual no lo necesitamos (ríe). Si Sergio y Tonny siguen al mismo nivel que están, pues le costaría entrar. Como a Camarasa el día que se ponga bien si Fabián sigue a este nivel. Como les está costando a algunos que están esperando y que el día que salgan estoy seguro de que lo harán bien, como Rafa Navarro, Amat o Tosca.
—Más nombres propios. ¿Hasta cuándo cree que jugará Joaquín?
—No lo sé, se verá en el campo, en su entusiasmo y su motivación y su compromiso con seguir. Es algo interior de él. Tiene que ser honrado, como lo era yo, para estar en las mismas condiciones si realmente quiere seguir. Porque seguir por seguir no se lo aconsejo. Hay que seguir si realmente te apetece, si eres un tío honrado con tu profesión y tus compañeros. De esa manera por supuesto que hay que seguir porque es un referente y ayuda muchísimo al cuerpo técnico en todos los sentidos. Que tú tengas un futbolista con la jerarquía que tiene él y de verdad le notes que quiere seguir, porque trabaja todos los días como el primero...
—¿Quién manda más en el vestuario, Joaquín o Setién?
—Yo no he necesitado imponerme ni pegar un grito desde que he llegado. Me he cabreado en algunos partidos con alguna acción puntual, pero no necesito gritos para transmitir lo que quiero ni para convencer a los futbolistas. Ellos vienen, me hacen sus peticiones, les digo que sí o que no, se lo razono y lo argumentamos. Joaquín manda en el vestuario, que es lo que tiene que hacer. Y conseguir que todos sus compañeros sean como él. Yo a Joaquín le digo lo que tiene que hacer y él debe responder como todos. Y lo hace muy bien.
—En su planificación, ¿para cuántos partidos a pleno rendimiento pueden estar Joaquín o Guardado?
—Todavía no llevo tanto tiempo con ellos y no los conozco del todo. Ahora los estoy conociendo en lo bueno. Cuando realmente conoces a la gente de verdad es cuando vengan mal dadas. Ahora todo el mundo es feliz y optimista, pero esto ya me lo conozco. Cuando las cosas no vayan tan bien, vamos a ver quiénes son los que de verdad están dispuestos a sumar, aguantar el chaparrón que nos caiga y llevar esto con la naturalidad con que ahora llevamos estar como estamos. Tampoco me rasgo las vestiduras. Celebraré lo que haya que celebrar cuando termine esto. Entonces veremos quiénes son los jugadores que han estado los 38 partidos y los que han rendido al nivel que tienen que rendir. Esto no son uno o dos partidos, son 38 y yo me acuerdo de todo desde que empezó la pretemporada y de quién es de verdad la gente fiable, con los que puedes contar y los que están a las duras y las maduras.
—Once goles en contra. ¿Es una cifra aceptable o hay demasiado desequilibrio entre el ataque y la defensa?
—El trabajo defensivo es un aspecto que tenemos que mejorar bastante. Lo trabajamos mucho, pero es lo que más nos cuesta, más que generar fútbol o buscar espacios o que entiendan dónde recibir. No es señalar a un jugador concreto, que en algunos casos sí, pero más por conceptos que ya traían que por otra cosa. Hay defensas para los que interpretar lo de ir hacia delante a defender entra en conflicto con lo que tienen integrado en la cabeza, que es todo lo contrario: pierdes el balón y vas para atrás. Aquí no, aquí lo pierdes y muchas veces tienes que ir para delante a defender. Luego hay otras cosas de entendimiento. Para defender, uno necesita estar listo y espabilado y hay cosas que se tienen que corregir, indiscutiblemente. Tú pones las imágenes, ellos las ven y cuando tú se las explicas, ellos lo entienden mejor. Lo bueno es que son muy receptivos.
—La UD Las Palmas encajó 74 goles, que es una cifra alta. ¿Sus equipos deben pagar sí o sí ese precio por la vocación ofensiva?
—Hay que pagarlo, evidentemente. Cuando pones tanta gente delante del balón y aprietas hacia delante, el riesgo que asumes atrás es importante. Pero si analizáis los goles, veréis que no los recibimos por esa forma de jugar. No es que nos cojan a la contra. Podemos recibir algún gol a lo largo del año, pero no tantos. En general recibimos goles por malas decisiones a la hora de defender, no porque nos cojan en superioridad o a la contra. Pasa siempre, a nosotros y a todos. Muchos de los goles, igual que los que metemos nosotros, se pueden defender mucho mejor.
—Ha perdido la posesión en la mayoría de las jornadas. ¿No le resulta paradójico?
—La posesión en sí misma no es algo que me preocupe mucho. Entiendo la posesión para que el rival no te haga gol, pero no tener el balón por tener. Nuestro funcionamiento está en tener el balón para llegar a la portería contraria. Si el rival se defiende como el Levante, se nos meten diez jugadores cerca de su área y tienes que encontrar espacios y no los encuentras, llevas el balón de un lado a otro. Ahí sí hay que tener posesión. Pero no se trata de ir hacia delante porque sí. Si podemos jugar siempre hacia delante, lo hacemos en lugar de jugar a los lados, pero esos pases hacia delante hay que encontrarlos. Mientras no los encuentras, hay que tener el balón y provocar esos espacios. Ha habido partidos en los que no nos lo han permitido. Y muchos partidos han sido contra equipos... También tienes que valorar al rival que tienes enfrente y su propuesta. La Real Sociedad es un equipo espectacular y te compromete muchísimo, atrás atraviesa dificultades pero hacia delante tenía seis jugadores entre líneas y así es muy difícil ir a apretar sin que los que tiene delante te hagan daño, con lo cual o te defiendes o estás muerto.
—Ya en frío, ¿aún le parece que ese partido fue un homenaje al fútbol?
—Si no soy entrenador y estoy en la grada para ver fútbol, es un partido espectacular. Para los entrenadores seguro que hay muchas cosas que corregir. Nosotros hacemos muchas ocasiones, incluso algún gol, a la contra. Eso es señal de que nuestro rival nos está atacando, pero sus goles... El primero, por ejemplo, es un centro que se puede defender mejor, van en superioridad pero no implica un gran problema, y luego Barragán desvía el balón, que iba al portero. No es que nos cojan a la contra y no tengamos mucha gente detrás del balón. Esa forma de jugar no nos origina tantos goles en contra.
—¿Esperaba este buen estado físico de la plantilla?
—Cada jugador es diferente, pero el nivel físico del equipo seguramente viene dado por el número de partidos de la pretemporada. Yo quería jugar muchos partidos porque quería un buen tono físico. Quizá lo podamos pagar, pero también influyen los resultados y el estado de ánimo. Ahora son buenos. Es posible que en un momento determinado haya un ligero bajón, pero no creo que estemos mucho mejor que los demás físicamente, sino que nuestra forma de jugar nos permite gestionar el balón convenientemente. Los datos físicos que controlamos no son ni mejores ni peores que los del resto de equipos, son muy parecidos.
—¿El 4-1-4-1 es innegociable?
—El sistema es lo de menos. Hay muchas veces que tienes dos mediocentros, o que el lateral viene por dentro o que Mandi, al que tú mandas recibir detrás del lateral para ofrecer esa línea de pase, hace una pared con el lateral y sale hacia delante, como el día del Levante. Eso es inteligencia, eso es leer el fútbol de manera diferente. Y lo hace bien. Hay que resolver situaciones sobre la marcha y es muy importante que los futbolistas lo entiendan. La altura a la que debe estar el lateral no es la misma en un partido que en otro o en un momento que en otro. Yo no le puedo decir dónde debe estar en cada momento. Yo le digo que esté bien abierto y pegado a la línea
—A este paso, la afición del Betis acabará pensando que el objetivo es Europa...
—Yo no puedo meterme en la cabeza de nadie ni voy a quitarle la ilusión a alguien que quiera tenerla. Sé cómo soy yo y lo que voy a transmitir a mis jugadores en caso de que ganemos o de que perdamos, que va a ser lo mismo que llevamos haciendo desde que hemos llegado. Hay que mantener una línea emocional estable ganes o pierdas. Ganar o perder lo celebraré al final. Lo importante es que los jugadores sean eficaces y den lo mejor de sí mismos.
—Entonces no le preocupa.
—Todas las aficiones quieren ganar y meterse en Europa. Todos queremos ser los mejores. Eso tiene que llegar como consecuencia de hacer bien las cosas, no como producto de la suerte. La línea que estamos marcando es ascendente, ganemos o perdamos el rendimiento estará ahí y la gente verá que su equipo va a tratar de ser coherente con su forma de jugar. Ahora tenemos un rival tremendo que está en un momento espectacular y perder siempre es una opción, no lo puedes evitar. Yo no tengo una varita mágica para que mis jugadores la metan por la escuadra o para que el rival no me pegue un tiro desde 40 metros y me la meta por la escuadra igual.
—Por cierto, ya que lo cita, ahora se enfrenta al Valencia y en verano sonó para el Valencia. ¿Estuvo cerca?
—Estuvimos cerca, pero ahora estamos aquí. Como hubo otros equipos anteriormente, como pasó con el Betis, al final no recalé en Valencia y estoy aquí. Lo bueno para mí es que afortunadamente tenía trabajo (ríe).