—¿Quién ha sido el mejor entrenador de la historia del Betis?
—Eso es muy relativo, porque los entrenadores dependemos mucho de los futbolistas. Luis Enrique es mejor si tiene a Messi que si no lo tiene, igual que le ocurre a Ancelotti con Cristiano Ronaldo.
—Deme un nombre...
—Patrick O’Connell, que ganó la Liga. Pero ni usted ni yo lo conocimos. A mí me hubiera gustado tener a Finidi, Alfonso, Jarni, Denilson, Assunçao... pero creo que Serra Ferrer es un grandísimo entrenador. Van unidas las dos cosas, cuando mejores futbolistas tienes, mejor entrenador eres.
—¿El mejor jugador?
—Ahí no voy a ser objetivo porque le tengo un cariño especial, como persona, como entrenador y como futbolista, a Julio Cardeñosa.
—¿El mejor presidente?
—Como entrenador ya he conocido a seis, y como jugador solo conocí a uno, que fue Hugo Galera, quien me fichó. Le tengo un cariño especial, entró en un momento difícil y coincidí con él mis cuatro años de futbolista.
—¿Su mejor recuerdo como técnico bético?
—Hay tres momentos muy, muy buenos: el ascenso, por supuesto, el 1-2 del Pizjuán con los dos goles de Beñat y el partido ante el Levante en el que certificamos la clasificación europea.
—Y eso que el día del ascenso perdieron en Tarragona...
—Bueno, para mí el ascenso fue el día del Tenerife, pero somos tontos hasta para eso. Estábamos matemáticamente en Primera y por no ofender al Granada, que litigaba unos puntos con el Barça B, no lo celebremos. Lo del AVE está muy bien, pero el ascenso lo logramos antes, con el Tenerife...
—¿Los peores recuerdos?
—Sin duda, la pérdida de Miki Roqué. Luego están las dos derrotas del Sánchez-Pizjuán, pues sé lo que duelen como bético. Y obviamente cuando pierdo el trabajo, aunque eso es a título individual.
—¿Qué futbolista de los que ha tenido a sus órdenes es el que más le ha sorprendido, no ya el mejor?
—Pues mire, hay un futbolista que, ahora con el paso del tiempo, Roberto (Ríos) y yo valoramos mucho. Cuando estaba con nosotros no hacía ruido, era un jugador que parece gris, pero ha demostrado como persona y futbolista ser de diez. Le hablo de Chechu Dorado, que ahí sigue.