Sensaciones para gustos y disgustos

CONTRACRÓNICA. En la Catedral, el Betis dio pie a fortalecer a los críticos tanto como a sumar adeptos a la teoría del crecimiento, aunque competir, competir, sólo al final.

28 abr 2017 / 01:27 h - Actualizado: 28 abr 2017 / 01:34 h.
"Fútbol","Primera División"
  • Adán protesta al colegiado González González tras la señalización del penalti. / Efe
    Adán protesta al colegiado González González tras la señalización del penalti. / Efe

En San Mamés el Betis dio para todo tipo de análisis. Es un escenario en el que, además, cualquier equipo tiene coartada. Muy pocos salen indemnes de aquí y el equipo de Víctor estuvo muy cerca de engrosar ese excepcional club en esta liga. Tampoco quedó a salvo el grupo heliopolitano de los críticos que esperan más, mucho más, que una derrota honrosa. El manoseado concepto de competir cae en la sospecha en estos casos de una utilización para generar excusa.

Durante muchos minutos el Betis fue un equipo ordenado, simplemente ordenado, cuya única misión fue neutralizar al Athletic, y en buena medida no lo consiguió. El agujero de la banda izquierda fue un agujero negro que a punto estuvo de tragarse al Betis ya en la primera mitad, donde el once verdiblanco vio en la pelota un agente extraño. La rotación de Víctor agrupó a un montón de centrocampistas para cortocircuitar al equipo de Valverde, pero a cambio renunció a los pasillos exteriores, dado que no estaban ni Durmisi ni Rafa Navarro. Todo lo que propuso el Betis ante Kepa lo logró en los primeros minutos de tanteo, y dejó en paz al guardameta de la Sub 21 hasta la recta final, cuando el Betis de verdad se puso a competir, a mirar de tú a tú a su rival.

Competir es buscar al contrario, explorar tus oportunidades, sin que implique apartar la seriedad y disciplina en labores defensivas. No es incompatible, pero sí exige un nivel alto de equilibrio, y por supuesto, de talento en los futbolistas. Ese paso queda también en manos del próximo mercado de verano. No obstante el mejor Betis coincidió con la entrada de Rubén Pardo, que rozó además el empate, y con la situación de 4-4-2, después de unos primeros minutos de caos general en el partido por parte de los dos equipos. Ya estaba también Joaquín sobre el césped.

No fue un gran Athletic Club, ese equipo que arrolla ante su hinchada, y el planteamiento de partido visitante saltó por los aires con un penalti dudoso, aunque bien lo pudo hacer antes de no ser por Adán, el mejor del equipo en tres cuartos del choque.

Pero esa recta final del Betis, logrando que San Mamés temiese de verdad por un partido donde le iba gran parte de su sueño europeo, acabó por transformar las sensaciones y buena parte del análisis. Pero es evidente que cuando se libró de las ataduras del primer planteamiento, no sólo fue más vistoso, sino que estuvo más cerca que nunca de hacer algo más que pasar de forma honrosa por la Catedral.