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Musonda, en un partido de Liga. / Manuel Gómez
El verano deja al Betis como uno de los grandes protagonistas del mercado, de los más activos que se recuerdan por Heliópolis. En total, Miguel Torrecilla ha realizado 25 operaciones para el primer equipo entre llegadas y salidas. Y es que el fichaje del nuevo director deportivo, allá por el mes de mayo, intensificó las negociaciones y, por ende, la incorporación de los fichajes. Nada más llegar, y sólo una semana después de su puesta de largo como máximo responsable del área deportiva, Torrecilla ya había elegido entrenador para su primer proyecto en verdiblanco. Un inédito Gustavo Poyet, carente de experiencia como entrenador en la Liga española, pero que había acumulado bastantes conocimientos de la competición doméstica en su etapa como jugador –triunfó en aquel Zaragoza de los 90, campeón de la Recopa de Europa–, tomaba las riendas del primer plantel. Era la primera piedra del nuevo Betis. Tras el entrenador, Riza Durmisi se convertía en el primer fichaje. No tardaron en ir apareciendo más nombres: Mandi, Felipe Gutiérrez, Jonas Martin... Tanto es así que a principios del mes de julio ya era el equipo que más actividad presentaba en el mercado.
Pero no sólo hubo llegadas, la herencia del proyecto inacabado de Eduardo Macià dejaba un lastre de 12 futbolistas con los que el entrenador no contaba. Quizá la parte más difícil de una reconstrucción en toda regla. La negativa de algunos a abandonar la entidad, el bajo rendimiento de otros o contratos de larga duración, impedían que Torrecilla pudiese contratar nuevos jugadores, pues el tope salarial impuesto por la Liga y el resto de condicionantes mencionados anteriormente ponían freno a una planificación que había tomado velocidad de crucero desde el principio. A todo ello hay que añadir la inexperada salida de Alfred N’Diaye, la primera gran venta de los heliopolitanos desde que se marchara Beñat hace ya varias temporadas.
El club realizó un esfuerzo importante, destinando más de 20 millones de euros a la planificación, algo que tampoco ocurría en Heliópolis desde hacía diez años. Torrecilla cumplió su parte y puso a disposición del entrenador todo lo que había pedido. Llega ahora su turno Poyet será el encargado de exprimir una plantilla que, a priori, mejora ostensiblemente lo que había. El objetivo está claro, superar el décimo puesto logrado el pasado año en Liga. Tiempo hay por delante, ¡al lío!
Musonda, de promesa a realidad
El joven futbolista del Chelsea llegó en enero al Villamarín como cedido y sin haber jugado en la elite un sólo partido. Con 19 años, su desparpajo y aptitudes convencieron al club y al propio futbolista para que la entidad londinense confiase, al menos por una temporada más, su formación a los rectores verdiblancos, que querían contar a toda costa con el belga para su proyecto.