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El lateral zurdo del Real Betis B Redru, eufórico, celebra el 1-0 en presencia de Juanma y Narváez. / Teresa Roca -
El Benito Villamarín presentó un ambiente sensacional. / Teresa Roca
Un grupo de jóvenes imberbes y una pulcra legión de viejos rockeros reclutados a base de talonario. Un técnico que busca soluciones arriesgadas en plena crisis y un argentino que ha dominado una Liga de perfil discreto. El Real Betis B firmó un envite soberbio ante un Lorca Deportiva que deberá recurrir a la divina providencia, encarnada en la figura de un Carrasco feroz y enérgico, para neutralizar un 2-0 adverso que es sinónimo de cava en la nevera.
De inicio, José Juan Romero dispuso un 1-4-1-2-3 para paliar los efectos de un proceso vírico que asoló a la plantilla. De la Hoz contribuyó a aportar el equilibrio necesario en la transición, aunque el primer conato de artillería pesada fue firmado por Fenoll, cuyo zurdazo desvió el aliento de Pedro, dubitativo ante Pico. Fueron dos incursiones en suelo enemigo que activaron el talento de la formación heliopolitana, que replicó con fiereza. Loren recuperó un balón en territorio comanche y se asoció con Aitor Ruibal, que, con una velocidad diabólica, escapó de su par y alcanzó línea de fondo. Allí, a apenas un palmo de la lona, dibujó un servicio preciso al segundo palo, donde Redru, con el alma en un puño, fusiló a placer a Imanol. El gol premió el dominio de la sala de máquinas del filial, que se recreó en el momento en el que el Lorca Deportiva multiplicó sus riesgos ofensivos.
La lentitud de la retaguardia visitante y la inconsistencia de los centrales generaron miedo en las filas forasteras. Marcos Pérez y Sergio Rodríguez trataban de taponar las vías de evacuación del B, versátil en el ataque programado y guiado por la velocidad de Juanma, puro corazón, y el instinto de Narváez. Con Pozo en el flanco diestro, el cuadro de Los Bermejales mantuvo el tipo en los latigazos esporádicos de Fenoll, que buscaba la combinación con Wilson Cuero, lento y previsible, y las incorporaciones de Momprevil, con un disparo potente y una técnica aún por depurar.
En el tiempo de reorganización a pie de trinchera, José Juan Romero ideó la revolución. Aitor Ruibal indultó a Imanol antes de que el técnico heliopolitano recurriera a Iván Navarro, velocidad, talento, capacidad de sorpresa y gol en vena, en detrimento de Julio, despliegue coral y fútbol control. Sin el faro sobre el césped, el partido ganó en revoluciones. Y el filial se benefició del intercambio de mensajes. Carrasco, el killer del Lorca Deportiva –39 goles en Liga–, ingresó en la sala y multiplicó las precauciones de Dan Ojog y Nacho, excelentes en el marcaje al hombre. Los visitantes apelaron a los envíos al corazón del área para contactar con un ‘9’ mayúsculo y que genera sensación de peligro e instinto asesino en cada vuelo furtivo.
En plena catarsis, Aitor Ruibal recibió un balón en zona rival. Amortiguó el cuero y, preso del demonio, recorrió la autopista diestra antes de entregar el fusil a Loren, que batió a Imanol con intriga. El confeti invadió el verde e inauguró el convite. Y la joven orquesta interpretó la partitura. El ascenso, a sólo 90 minutos.
Ficha técnica:
Real Betis B: Pedro, Pozo (Kiki 69’), Redru, Dan Ojog, De la Hoz, Nacho, Aitor Ruibal, Julio (Iván Navarro 60’), Juanma, Narváez y Loren (José Carlos 79’).
Lorca Deportiva: Imanol, Marcos Pérez, Sergio Rodríguez, Lulu, Urzaiz, Momprevil, Garrido (Mantecón 70’), Cañadas, Wilson Cuero, Pico (Carrasco 65’) y Fenoll (Serra 79’).
Goles: 1-0 Redru (31’). 2-0 Loren (77’).
Árbitro: Alberola Rojas (Castilla y La Mancha). Amarilla a los locales Julio y Narváez; y a los visitantes Pico, Fenoll, Momprevil y Marcos Pérez.
Incidencias: 6.000 espectadores en el Benito Villamarín. Unos 100 aficionados lorquinos.