Un tridente en el banquillo

Juan Merino, junto a Alexis y Capi, llegó de puntillas hace poco más de un mes pero ha logrado cambiar la cara y la actitud del equipo bético. Que el relevo ha sido para bien debe haber hoy pocos que lo duden, aunque alguno quedará

14 feb 2016 / 00:35 h - Actualizado: 14 feb 2016 / 00:35 h.
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  • Juan Merino, durante el partido de este s´bado en Riazor. / Cabalar
    Juan Merino, durante el partido de este s´bado en Riazor. / Cabalar

El Betis empató ayer en Riazor gracias al soberbio partido, uno más, de Antonio Adán, cuya ausencia de las convocatorias de la selección empieza a ser mosqueante, visto el rendimiento de unos y otros. Musonda se estrenó como goleador y Vargas, que sigue en línea ascendente, dio el primer gol, marcó el segundo y salvó otro bajo palos. El Betis empezó perdiendo, luego se puso ganando y acabó empatando. Pudo pasar de todo. Merino presentó un equipo muy ofensivo y el partido fue un toma y daca, aunque al final quien más dio fue el Dépor, que de no ser por Adán habría roto su racha de siete –ya ocho– jornadas sin ganar.

Para el técnico bético, aunque el equipo ofreciera ayer demasiadas concesiones atrás, fue un nuevo refrendo. Juan Merino ya lleva un mes al frente del Betis, tiempo escaso pero suficiente para empezar a hacer cambiar de opinión a la mayoría, que no confiaba en su capacidad para repetir en Primera lo que ya bordó en Segunda cuando le tocó hacer de entrenador puente entre Julio Velázquez y Pepe Mel. Esta vez no ha habido puente porque Juande Ramos no estaba dispuesto a cruzarlo, en especial con el terrorífico calendario que asomaba tras la destitución de Mel, y porque la buena labor de Merino y sus dos segundos, Alexis y Capi, ha logrado cambiar la cara y la actitud del equipo desde el segundo día.

El primero, con apenas un entrenamiento y un 2-0 antes de empezar a jugar en Nervión, fue un marrón de muy señor mío que sirvió a Merino para empezar a sacar conclusiones. Y los cambios tras el bochornoso 4-0 copero en el que ‘respetó’ los galones a los titulares no se hicieron esperar. Pronto tiró con éxito de los desahuciados Kadir y Fabián, dio ración de banquillo a Ceballos, Joaquín, Portillo y Digard, metió en cintura a Vargas y encontró en Van Wolfswinkel un buen socio para Rubén. La mano de entrenador se había visto también en anteriores partidos –ayer no, curiosamente– en la disposición táctica del equipo sobre el campo, mucho más ordenado y agresivo en la presión, lo que se traduce en que en cinco jornadas de Liga (seis puntos, había sumado dos en las seis anteriores) lleva cinco goles en contra cuando en las cinco anteriores había encajado diez sin marcar ninguno (ahora son cinco a favor también). El pasado domingo, ante el Valencia, no dudó en dar la camiseta de titular a los recién llegados Musonda y Martín Montoya. Y también le salió bien. La primera parte de Anoeta fue un desastre, pero en los partidos ante Villarreal, Real Madrid y Valencia el equipo ha elevado de forma notable el nivel. Y ayer ante el Dépor tuvo agallas para remontar un resultado adverso que otrora lo descomponía. Que el relevo en el banquillo ha sido para bien debe haber pocos que lo duden, aunque alguno quedará, seguro.