Una goleada para no especular más
CONTRACRÓNICA. El Betis de Setién definitivamente se ha desconfigurado. Lo de menos es que haya perdido el patrón de juego. Lo peor es que se ha convertido en el equipo vulnerable y vulgar de años atrás. Ya suma 25 goles en contra, el segundo peor balance de la competición liguera
El Eibar llevaba sólo 6 goles en 11 partidos y en uno sólo le hizo cinco al Betis. Quique Setién negaba la mayor pero la realidad fue contundente en Ipurua. El equipo se le ha desconfigurado en las últimas semanas, ha dejado de ser competitivo, salvo en algunas fases en las que con más orgullo que fútbol logró salvar los muebles, como ocurrió ante el Getafe. Tuvo el técnico cántabro 17 días para preparar el partido y es difícil de explicar el comportamiento de sus jugadores, como también la decisión de alinear a Nahuel en un duelo que ya se sabía que iba a ser de pierna dura y tentetieso. Porque el Eibar va y vuelve y vuelve otra vez. El equipo de Mendilibar apretó muy arriba, como hiciera el Espanyol. Nada que sorprendiera. Apretó en todas las zonas del campo, ahogó a un Betis huérfano de Guardado, al que dio descanso el técnico pese a que su partido con México fue el pasado martes, con un Javi García que no lograba gobierno. Así, el equipo heliopolitano no tuvo nunca el control del juego, tuvo más posesión, pero no le sirvió absolutamente para nada más que para perder balones comprometedores. No tiró ni una sola vez a portería en los 45 primeros minutos, en los que ya perdía por 2-0. El único remate lo hizo Jordi Amat, pero sobre el marco de Adán, para hacer subir el primer tanto del choque.
La debilidad del cuadro del Villamarín en el centro de la defensa fue insoportable para esos centros desde la banda izquierda, nada que no vieran en esas largas sesiones de vídeo. Encefalograma plano. El Betis ha perdido el toque, el juego combinativo, ni siquiera lo usa de forma preventiva. Mucho menos crea fútbol para generar ocasiones. Sergio León fue un islote, un espectador, como lo fue también el meta del Eibar, Dmitrovic, que vivió la primera mitad más tranquila y aburrida de su carrera. Bueno, todo el partido.
Luego Sergio León tuvo la ocasión para cambiar la dinámica, pero falló, y al poco llegó el penalti y la expulsión de Mandi, en falta que comenzó fuera del área pero que desnudó una vez más la vulnerabilidad de la defensa verdiblanca. Vino el festival azulgrana. Guardado entró para nada. Casi mejor una dura derrota para no especular más. El Betis está mal y debe espabilar, y mucho.