415 días se van en ocho minutos (2-3)

El Sevilla cae en Nervión ante la pegada de Cristiano, que hizo triplete

02 may 2015 / 22:13 h - Actualizado: 02 may 2015 / 22:51 h.
"Primera División","Bacca","Banega","Cristiano Ronaldo","Mbia"
  • Carlos Bacca se lamenta tras una ocasión perdida. / Manuel Gómez
    Carlos Bacca se lamenta tras una ocasión perdida. / Manuel Gómez
  • Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
    Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
  • Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
    Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
  • Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
    Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
  • Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez
    Sevilla FC - Real Madrid. / Manuel Gómez

Alguna vez tenía que ser y fue este 2 de mayo, día de la Comunidad de Madrid, cuando el Real (de Madrid) ha acabado con la fortaleza de Nervión, invicta desde el 13 de mayo de 2014. Hacía 415 días que el Sevilla no hincaba la rodilla en el Sánchez-Pizjuán, 14 meses que se fueron al traste en ocho minutos fatídicos. Los que transcurrieron desde que Krychowiak chocó con Sergio Ramos, se fue a la banda con la nariz muy dañada y regresó al césped. En esos ocho minutos Cristiano había tumbado al Sevilla con un cabezazo a pase de Isco y un remate oportuno en la cara de Sergio Rico tras tocar Chicharito. Emery decidió aguantar hasta que el polaco, que pedía a gritos seguir jugando, se recuperara. Lo pagó caro el Sevilla, muy caro.

Pero ya se sabe de qué pasta está hecho este Sevilla, irreductible, incansable, inconformista ante cualquier adversidad. Cualquiera. Había desperdiciado tres ocasiones claras. Había sido enviado a la lona por Cristiano cuando estaba con diez. Y ya con once, se repuso a base de casta y coraje, como reza su himno. La de Aleix Vidal, que robó a Marcelo y provocó el penalti de Sergio Ramos. Bacca no falló y metió al Sevilla de once jugadores en el partido. Antes de esos minutos fatídicos (del 38’ al 36’), Rico, que no estuvo acertado en ninguno de los tres goles del Madrid, había salvado una a Cristiano colosal, y el luso, con todo a favor, disparó al aire en otra ocasión clarísima. Antes de esos ocho minutos, Iker también le había salvado una clara a Aleix y Reyes pecó de generoso con todo favor para chutar ante Casillas.

Pero el Sevilla había reaccionado al doble impacto de Cristiano con ese gol de Bacca. Había partido. Pero le faltó acierto en los metros finales. Y quizás fuerzas. El centro del campo madridista no podía con Mbia y Krychowiak, colosales. Sergio Ramos, centrocampista de nuevo, vigilaba de cerca a Banega y eso frenó algo al Sevilla, que aún así salió del vestuario apretando los dientes, como manda su idiosincrasia. Los de Emery no eran inferiores en juego al Madrid. De hecho tras el descanso, cuando fueron descaradamente a por el triunfo, fueron superiores. Tenía delante el Sevilla el mismo reto que frente al Barça: intentar remontar un 0-2 tras haberse metido en el encuentro marcando antes del descanso.

Tras el descanso, las tornas habían cambiado. El Sevilla atacaba con descaro y el Madrid aguardaba el momento, jugando con el marcador. Le echaron garra los de Unai, llevados en volandas por la grada y por el motor de la zurda de Reyes, el talento de Banega y los pulmones de Alex Vidal. Tanto quiso el Sevilla, que se fundió a falta de media hora. Esa bajada de ritmo la aprovechó el Real para sentenciar, en un nuevo gol de Cristiano, que remató de cabeza un medido centro de Bale, al que Ancelotti metió oportunamente en el campo. De nuevo Rico dio la sensación de haber podido hacer más, aunque el centro y el testarazo fueron de alta escuela.

Parecía todo perdido, pero el Sevilla no se quedó en la lona. Se volvió a levantar, se lamió las heridas y con 20 minutos por delante, con la luz de reserva encendida, de nuevo fue a buscar al Madrid. Se agotan los calificativos para definir el alma de este Sevilla. Unai movió ficha con Iborra y Gameiro. Y volvió a acertar, pues una combinación entre éstos, con Aleix Vidal asistiendo al final al valenciano, acabó el gol de éste y un 2-3 que amargaba la cara de Casillas. Otra vez el Sevilla. Otra vez rozando la heroica. Pero esta vez la rozó, no la llegó a tocar... de milagro. El Madrid no sabía por dónde le venían. Banega y Reyes tiraron de corazón, Gameiro de hambre y Aleix no se sabe bien de qué para mantener ese nivel de competitividad, velocidad y fuerza. Pudo marcar el Sevilla en tres acciones. Primero se durmió Gameiro tras robar a Varane y encarar a Casillas. Después Iker le paró un remate forzado al francés cuando en Nervión se cantaba gol. Y por último Iborra se quedó a las puertas de ser el héroe, otra vez Iker se cruzó en el camino. Perdió el Sevilla, pero un partido, no este alma irreductible.