El letargo del Sevilla fuera de casa sigue en pleno apogeo. Ante el Basilea, los de Unai Emery fueron incapaces de marcar un gol, con la importancia que tiene eso en una eliminatoria, y tendrá que jugárselo todo a una carta, en Nervión, donde sí se siente fuerte. No le salió la apuesta bien a Emery y sí a Fischer, que cerró todos los espacios para incomodar a un Sevilla lento en las transiciones y previsible al máximo elaborando jugadas ante la doble muralla de un Basilea que incluso pudo ganar el partido.

La alineación inicial dejaba claras dos cosas: el partido más importante esta semana era el de Basilea y la velocidad en alguna contra se antojaba letal ante la lentitud de muchos jugadores suizos. Sin embargo, Fischer pareció intuir la estrategia de Emery y encerró a los suyos en su campo, de donde sólo salieron en la primera parte un par de veces. Eso sí, con evidente peligro: Janko envió fuera por poco un cabezazo y Bjarnason no controló un balón bombeado cuando estaba completamente solo ante David Soria, titular ante la sobrecarga muscular de Sergio Rico. Esas dos acciones sucedieron en unos primeros 15 minutos de alto ritmo, ya que el Sevilla contestó con un cabezazo igual de peligroso de N’Zonzi, que se marchó por encima del larguero, y varias faltas ensayadas que generaron peligro sin ser concretado por los jugadores sevillistas.

Sin embargo, en la media hora final del primer periodo, no pasó absolutamente nada. El Basilea se encerró sin disimulo, intentando hacer imposibles los desmarques de Gameiro ante un Samuel ya amonestado (no jugará en Nervión) y las penetraciones de Vitolo por la derecha. Funcionó: el cuadro de Emery tocaba y tocaba, con Banega omnipresente y moviéndose a gusto, pero no encontraba la manera de pisar el área ni de conectar con Gameiro, que tenía que salir de las inmediaciones del área para respirar, dejando vacío el ataque. Sólo las faltas laterales y los córneres abrían la puerta a un Sevilla que quizás tenía que cambiar de plan ante la trampa de Fischer. La primera parte terminó con una tarjeta que condicionaba a Cristóforo para la segunda mitad y otro remate de cabeza de N’Zonzi que se fue fuera por poco.

Pero no es Unai hombre de cambiar de repente toda una táctica. El Basilea salió de la cueva de nuevo nada más arrancar el partido. Los de Fischer desperdiciaron una ocasión clarísima en las botas de Bjarnason, que se encontró con un balón suelto y sin oposición en el área y disparó muy alto. Se desesperaba Fischer en el banquillo y se enfadaba Unai en el suyo, donde se temió lo peor cuando Traoré disparó al aire en otra llegada peligrosa del Basilea. Dos despistes defensivos del Sevilla y dos ocasiones para el rival.

Pasado el chaparrón sin consecuencias, el Sevilla se aventuró a llegar al área. Lo hizo a través de un gran pase de Banega a N’Zonzi que el francés controló de forma magistral para luego disparar y encontrarse con un paradón de Vaclik, que salvó el golazo. La jugada sirvió para que el Basilea se metiera de nuevo en su área, hasta donde llegó Gameiro en velocidad y en diagonal para disparar ajustado al poste, donde esperaba bien colocado Vaclik, de nuevo providencial. El partido entró de nuevo en fase REM hasta que Delgado llegó sin oposición a la frontal del área y disparó fuerte pero fuera. David Soria sólo tuvo que intervenir dos veces en el partido y las dos fueron acciones meritorias pero ya anuladas por fuera de juego.

Las que sí valían eran las de Vaclik, que de nuevo salvó el gol sevillista en una parada de mérito a tiro de Konoplyanka. El ucraniano había sido introducido en el campo por un Unai que buscaba algo de velocidad cuando el Basilea había dado un pasito adelante. Ese atrevimiento local empujó al Sevilla hacia su área, de ahí que los casi 20 minutos de que disfrutó Llorente fueran casi en balde. El riojano jugó a contra estilo, como lo hizo Gameiro en la primera hora del partido. El mundo al revés... Visto que Vaclik era más poderoso que los atacantes sevillistas, el cuadro hispalense cerró espacios en los minutos finales, ya con diez por una extraña expulsión de N’Zonzi que torpedea el partido de vuelta (en Europa las reclamaciones casi nunca llegan a buen puerto, pese a lo exgaerado de sus dos amarillas); mientras el Basilea se conformaba con lo que había buscado: no encajar gol alguno y llegar a Nervión sin heridas, dispuestos a dar la campanada.

Ficha técnica

Basilea: Vaclík; Lang (Traoré, m.46), Suchý, Samuel (Hoegh, m.90), Safari; Bjarnason, Xhaka, Zuffi, Steffen; Matías Delgado (Fransson, m.83); y Janko.

Sevilla: David Soria; Coke, Rami, Kolodziejczak, Tremoulinas; N’Zonzi, Cristóforo; Vitolo (Konoplyanka, m.64), Éver Banega (Carriço, m.93), Krohn-Dehli; Gameiro (Llorente, m.73).

Árbitro: Anthony Taylor (Inglaterra). Expulsó por doble amarilla al sevillista N’Zonzi, que las vio en los minutos 75 y 87. Además, amonestó a los locales Samuel (m.8) y Steffen (m.90), y a los visitantes Banega (m.36), Cristóforo (m.40), N’Zonzi (m.75) y Tremoulinas (m.85).

Incidencias: Partido de ida de los octavos de final de la Liga Europa, disputado en el estadio St. Jakob Park. ante cerca de 30.000 espectadores. Césped en perfecto estado. EFE