A medida que pasa el tiempo, el Sevilla de Jorge Sampaoli sigue despejando dudas. Podrá jugar mejor, podrá marcar más goles y encajar menos, podrá evitar que su afición resople viéndolo jugar al filo de la navaja... pero nadie podrá achacarle algo fundamental en el mundo del fútbol y que tantísimo peso tiene: los resultados.

Apunten ustedes: desde que quedaron atrás la Supercopa de Europa y la de España, el Sevilla ha disputado once encuentros (ocho de Liga y tres de Liga de Campeones). Su balance lo dice todo: siete victorias, tres empates y una sola derrota (San Mamés). Un bagaje que tiene al equipo situado en el tercer puesto del campeonato liguero y en el segundo del grupo de Champions. Su triunfo en Zagreb confirma algo innegable: este Sevilla, el de Sampaoli, está dejando huella como si nada, como si en realidad no lo hiciera, como si tuviese que hacer un juego de cine día sí y día también para sentirse orgulloso de esas victorias.

La realidad, sin embargo, deja claro que ganar no es tan fácil y que cualquier equipo, tanto en la Liga como en la Champions, firmaría la trayectoria de este Sevilla de Sampaoli. Porque... si estando en fase de construcción es capaz de estar arriba, ¿dónde puede estar cuando se pueda decir que el periodo de acoplamiento ha finalizado? Igual entonces despliegue un mejor fútbol, pero... ¿y si los resultados no son tan buenos como en la actualidad?

El debate sobre jugar bien y ganar es eterno. Aquí y en Pekín. Y continuará siéndolo, pero más vale tener los pies en el suelo. A todo el mundo le gusta ver a su equipo jugar bien. Es una obviedad. Lo que no puede ser es que ese legítimo deseo se convierta en una losa a modo de exigencia. Los resultados no llegan por casualidad.

Estar donde está en estos momentos el Sevilla es para que su afición se sienta feliz y lo disfrute. ¿Quién iba a decir, cuando se marcharon pilares fundamentales como Unai Emery, Banega, Kevin Gameiro, Coke o Krychowiak que el equipo disfrutaría de esta situación tan boyante a mediados de octubre? Posiblemente, pocos. Servidor incluido. Pero Sampaoli y sus jugadores se están encargando de demostrar su valía a todo el mundo.

Este Sevilla no va de mentira. Este Sevilla está respaldado por sus resultados, su capacidad, su talento y su dedicación. Lo que haga en el futuro nadie lo sabe. Lo que sí sabemos es lo que ha hecho y está haciendo: dejar huella como si nada.