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Invocando al jueves de Feria

Batalla de altos vuelos en Nervión, que tocó Arrebato para levantar al Sevilla. La grada vibró, cantó, chilló y se encomienda a la magia de 2006 para sobrevivir en Rusia

17 abr 2015 / 11:05 h - Actualizado: 17 abr 2015 / 17:31 h.
"Europa League","Sevilla FC"
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No tuvo el Sánchez-Pizjuán el mismo ambiente que frente al Barça. Europa es así. Pero a Nervión no le hace falta agotar el papel para rellenar de magia un partido. Mucho menos en la Europa League, cuyo himno provoca un cosquilleo en las gradas que amortiguan hasta el partido más aburrido que haya. De hecho, hasta pocos aficionados rusos se dieron citan en Sevilla para la ida de esta apasionante eliminatoria, al menos comparado con el ruido que hicieron hace nueve años. Sin embargo, sí se dejaron notar los jugadores celestes, más que en 2006 para desgracia del Sevilla. Los rusos pronto avisaron y pronto marcaron, poniendo todo muy cuesta arriba para los de Unai Emery. La grada notaba que las sensaciones del partido no eran las mejores y apretó. Es cierto que el Sevilla es capaz de todo, pero no siempre va a poder solventar las dificultades que le pone un rival multitudinario.

Y no siempre va a salir sonriente del Sánchez-Pizjuán. Y si quieren más, no siempre va a llegar lejos en esta competición que tanto le ha dado. Cuestión de lógica y de estadísticas. El sevillismo, casi siempre sabio, no le reprochó nunca nada a los pupilos de Unai. El Zenit, rival que a pesar de todo siempre traerá buenos recuerdos por Nervión, se puso el disfraz de equipo pequeño... pero con jugadores de primer nivel. Una mezcla diabólica para un Sevilla que atacando a una muralla siempre lo pasa peor que bajo otras circunstancias.

La cosa pinta a gran batalla. Ya lo pintaba tras el sorteo. Como aquel bombo que emparejó a un Sevilla imberbe en estas lides europeas con el correoso Schalke 04 en 2006, poco antes de una Feria de Abril. No hace falta recordar lo antológica de aquella batalla, ni los años de vida que el hincha sevillista perdió en 210 minutos que fueron una eternidad, ni la explosión de alegría que tras décadas de mediocridad se produjo por un zurdazo de diamantes que abrió las oxidadas puertas de la gloria sevillista, y ni por asomo un jueves de Feria que pasó a los anales de la historia de Sevilla y hasta de Gelserkirchen. Aquel Sevilla campeón ha dado paso a este que también es campeón y que amenaza con poner de nuevo patas arriba al Real de Los Remedios. Necesita el Sevilla la magia que ayer provocó en Nervión en una segunda parte fantástica, con la grada volcada y en éxtasis pese a un resutado malo pero bueno, bueno pero malo. Necesita el Sevilla otro gran jueves de Feria... pero en Rusia. Hacia allá va el campeón.