La crueldad persigue al Sevilla (3-2)

Sergio Ramos empató en el 93’ y Carvajal sentenció en el último minuto de la prórroga. Los de Sampaoli bailaron al Madrid en una segunda parte magistral de Franco Vázquez

09 ago 2016 / 21:35 h - Actualizado: 10 ago 2016 / 10:17 h.
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  • Sergio Rico se lamenta tras el gol de Carvajal en la prórroga. / Efe
    Sergio Rico se lamenta tras el gol de Carvajal en la prórroga. / Efe

El fútbol, como hace un año, volvió a ser cruel con el Sevilla en la Supercopa de Europa, que tenía ganada a falta de pocos segundos para el final. Los goles de Franco Vázquez y Konoplyanka (de penalti) neutralizaron el soberbio tanto de Asensio y Sampaoli acariciaba un debut a lo grande. Pero Sergio Ramos volvió a salir al rescate del Madrid para cabecear un centro de Lucas Vázquez justo antes de que el colegiado pitara el final del encuentro. Fue un mazazo de tales dimensiones, sobre todo tras la exhibición de fútbol de los sevillistas en la segunda parte, que la prórroga se convirtió en tortura para un Sevilla que sucumbió otra vez a falta de un solo minuto, cuando Konoplyanka intentó regatear a dos y la perdió, dejando una autopista a Carvajal, que se coló hasta la cocina y batió a Sergio Rico. Es una gran carta de presentación del proyecto Sampaoli, pero la lectura negativa es que se dejó escapar el trofeo de forma increíble, cuando lo tenía agarrado casi con las dos manos.

Había cumplido el técnico argentino su palabra, disponiendo una defensa de tres arriesgadísima (Pareja, Carriço y Kolo), pero tuvo que rectificar a los diez minutos colocando atrás a Mariano, en principio uno de los puntas. La presión del Madrid comprometía demasiado cualquier intento de jugada sevillista en los primeros minutos y el técnico rectificó a tiempo, tras un cabezazo de Sergio Ramos que Mariano despejó cerca de la línea y un tiro peligroso de Asensio. Iborra y N’Zonzi eran lentos en movimientos y pocas veces conectaban con Franco Vázquez. Estabilizado el esquema, con Kiyotake por la derecha y Vitolo por la izquierda para apoyar a Kolo ante Carvajal, el Sevilla comenzó a tocar y tocar, sin prisa pero sin profundidad (63% de posesión para los de Nervión al término de la primera parte). El Madrid no se avergonzaba de esperar replegado y presionar a Iborra, encargado de la distribución. Sin embargo, Asensio, tras un robo en un saque de banda sevillista, se sacó un zurdazo desde 30 metros que se coló por la escuadra derecha de Sergio Rico, importente ante el golazo del madridista.

El 1-0 consolidó la táctica de Zidane: repliegue ante el toque del Sevilla y vigilancia extrema a Vázquez y Vitolo, la cual derivaba en el aburrimiento de Vietto. Kiyotake, otra de las sorpresas, aparecía poco, y Sergio Rico arriesgaba en cada salida desde atrás. La paciencia debe ser una de las virtudes de la filosofía de Sampaoli, que insistía desde la banda en mantener la posesión para evitar las contras madridistas, peligrosas de la mano de Asensio, quien ganaba casi siempre a Mariano, y Carvajal y Lucas Vázquez, que atormentaron a Kolo. El primer acercamiento sevillista con peligro fue una internada de Vázquez por la izquierda que no supo empalmar Mariano. La acción espoleó a los de rojo, quienes casi empataron con un zapatazo de Carriço desde la frontal. Cuando todo parecía destinado al 1-0, un control de Vitolo en el borde del área se le quedó perfecta a Franco Vázquez para empalmarla entre los centrales madridistas y ponerla al palo largo, imposible para Casilla. Un gol cuando nadie lo esperaba, un empate que daba opciones para la segunda mitad.

De hecho, el gol despertó al Mudo, que en la segunda mitad dirigió la orquesta sevillista como más le gusta a Sampaoli. Tremenda exhibición de calidad y manejo de las situaciones del centrocampista italo-argentino, bien secundado por N’Zonzi y Vitolo. El Sevilla sí supo usar esta vez su insultante dominio del balón para crear espacios y superioridad, acertando además con la presión tras pérdida para hacer inútiles casi el 100% de los intentos de salir del Real Madrid, desconocido e impotente. Sólo los despistes en las coberturas generaban llegadas de los de Zidane, cada vez más cansados (igual que el Sevilla, pero éste con el balón en sus pies). El dominio era tal que mediada la segunda parte Zidane tuvo que echar mano de Benzema y Modric, aunque nadie podía con Vázquez ni con las largas posesiones sevillistas, a veces acompañadas de florituras.

En una de esas, llegó el clásico recorte de Vitolo en el área que se comió Sergio Ramos, cuyo instinto le hizo meter la pierna. Vitolo sintió el contacto y se dejó caer, el juez de área vio penalti (la televisión no terminó de aclararlo) y Konoplyanka, que había sustituido a Vietto, lo ejecutó con maestría y temple. El Sevilla había encontrado justo premio y el rácano Madrid el debido castigo. Con los dos equipos muy tocados físicamente –Kovacic, Carriço e Iborra tuvieron que ser sustituidos–, Sampaoli pidió a los suyos más que nunca mantener la posesión. Lo conseguían los de rojo, pero cada vez más el Madrid merodeaba el área de Rico, muy tranquilo no obstante. Con James ya en el césped, el Madrid se volcó y el Sevilla tuvo varias combinaciones de calidad que lo acercaron al área, aunque nunca fueron rematadas. Carvajal avisó en un despiste de Konoplyanka que arregló Sergio Rico desviando a córner, pero en la última acción Marcelo colgó el balón, éste cayó en los pies de Lucas Vázquez y el canterano madridista la puso templadita por encima de Rico para que Sergio Ramos, canterano sevillista, rematara a placer. Mazazo inesperado para el Sevilla y otra vez el camero al rescate in extremis del Madrid en una final.

La prórroga fue un infierno para el Sevilla. Sin fuerzas y hundido psicológicamente, los de Sampaoli estuvieron a merced de los de Zidane, más aún tras la segunda amarilla de Kolo. Y eso que el colegiado le dio una vida extra al anular otro gol de Sergio Ramos de cabeza. El camero agarró levemente a Rami, pero no pareció suficiente como para desbaratar el tanto, que hubiera sido definitivo a todas luces. No se rendía el Sevilla, que sacaba fuerzas para intentar algunas contras, como una de Vitolo que casi sorprende y un tiro de Franco Vázquez que salvó la cara de Varane. Sergio Rico evitó el tercero del Madrid con dos paradones de categoría ante James y Lucas Vázquez, ambos solos ante él. Era una resistencia numantina, sin fuerzas, con diez hombres, Pareja muy tocado y Vitolo de lateral izquierdo, aunque con la voluntad admirable de mantener el estilo de posesión y el toque. Pero cuando la tanda de penaltis se preparaba, llegó la segunda jugada dramática, la reprochable pérdida de Konoplyanka, el golazo de Carvajal y otra buena dosis de crueldad para un Sevilla que promete liarla este año como casi consigue en Trondheim ante el ya supercampeón de Europa. Para ello no puede permitirse dejar escapar lo que ya casi tenía.