La fiesta tenía escenario: Nervión

El cambio de idea de juego, la aportación de los futbolistas desde el banquillo y dos zarpazos, todo ello envuelto en papel de orgullo, permite al Sevilla seguir soñando

25 feb 2017 / 22:58 h - Actualizado: 25 feb 2017 / 23:15 h.
"Sevilla FC","El derbi sevillano","Iborra","Sampaoli"
  • Los jugadores, reunidos sobre el césped tras la victoria. / Manuel Gómez
    Los jugadores, reunidos sobre el césped tras la victoria. / Manuel Gómez
  • Aficionados sevillistas con el equipo a las puertas del hotel de concentración. / Jesús Barrera
    Aficionados sevillistas con el equipo a las puertas del hotel de concentración. / Jesús Barrera

Si hay algo que caracteriza a los derbis, es el espectacular ambiente que se vive en las gradas. Las aficiones acompañan siempre a sus respectivos equipos, aunque esta vez no fue así. ¿El motivo? Las obras que se llevan a cabo en la grada de Gol Sur del Benito Villamarín y la consiguiente redistribución de los socios en otras zonas del estadio, caso de la destinada a las aficiones visitantes. Por ello, el sevillismo tuvo que ver el partido por televisión, aunque antes, durante y después estuvo cerca, muy cerca de su equipo.

Al filo de la una y media de la tarde, numerosos sevillistas se dieron cita a las puertas del hotel Meliá Lebreros para despedir al autobús que trasladó a los jugadores hasta Heliópolis. Toda una forma de insuflar ánimos para un partido que, como se comprobó luego, fue bastante difícil.

No se vio al mejor Sevilla sobre el césped. El Betis, con su presión y sus ganas de dar una alegría, salió a por todas, más metido que el equipo de Jorge Sampaoli. Perder 1-0 al descanso fue, en realidad, una buena noticia para los nervionenses.

Las imprecisiones con el balón, los desajustes defensivos y la escasa mordiente generalizada a la hora de plantar cara al eterno rival pudieron costar muy caro al Sevilla. Sin embargo, el cambio de idea de juego para superar la presión de un Betis que comenzó a acusar el desgaste, la aportación de los futbolistas que salieron justo tras el descanso y dos zarpazos cambiaron todo.

Especialmente destacable fue el papel de Iborra. Además de marcar el 1-2, hizo algo fundamental: contagiar espíritu. Recordó a todos el peso del escudo y tiró del carro una vez más. Un líder dentro y fuera del campo.

El Sevilla –exceptuando el 1-0, de libre directo– se había salvado de recibir goles a balón parado en la primera parte, algo que, por el contrario, no pudo evitar el Betis en la segunda. Iborra –en una acción de fuera de juego de N’Zonzi– firmó la remontada y trasladó la fiesta a Nervión, justo el lugar donde el sevillismo recibiría más tarde por todo lo alto a su equipo para celebrar la victoria. Un triunfo con doble alegría para el Sevilla: la que deja toda victoria en un derbi y la que le permite seguir soñando con llegar lejos en esta Liga que, definitivamente, tiene al equipo de Sampaoli metido en la pelea por el mismísimo título.