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Sampaoli, durante el partido contra el Leganés. / Manuel Gómez
El partido contra el Leganés trae al recuerdo su última visita al Sánchez-Pizjuán. Fue el pasado 11 de marzo. Ese día, el conjunto madrileño arañó un empate y aumentó aún más si cabe las dudas sobre el proyecto Sampaoli. Un proyecto que terminó con el Sevilla clasificándose para el playoff de la Champions pero con un innegable mal sabor de boca por aquello de lo que pudo ser y no fue.
El duelo contra el Leganés estuvo precedido de un empate en casa con el Alavés (1-1), resultado que puso fin a una racha de victorias: 0-1 en Las Palmas, 2-0 en casa frente al Eibar, 2-1 al Leicester en Nervión, victoria en el campo del Betis (1-2) y triunfo por 1-0 ante el Athetic. Sin embargo, las señales de fatiga a todos los niveles eran manifiestas... y se pagaron.
El Leganés aprovechó ese desgaste y logró un revelador empate (1-1) para hacer aún más grande la incertidumbre sobre aquel Sevilla que días más tarde se despediría de la Champions.
Con el decisivo partido de vuelta en tierras británicas a la vuelta de la esquina, Sampaoli alineó frente a los madrileños a Sergio Rico, Mariano, Carriço, Rami, Lenglet, Montoya, Franco Vázquez, Kranevitter, Sarabia, Correa y Jovetic. Vietto y N’Zonzi salieron tras el descanso e Iborra sustituyó al Mudo en el 70’. Ben Yedder, Escudero, Nasri y Vitolo no jugaron un encuentro en el que el Leganés se adelantó en el 3’ con gol de Gabriel y Jovetic puso el empate (43’). La afición se fue a casa sabiendo que el Sevilla no andaba bien y que el choque de Leicester, tras el gol de Vardy en la ida, sería muy difícil. Y tanto que lo fue. El Sevilla cayó en el King Power Stadium (2-0) y desapareció del mapa: derrota por 3-1 en el Calderón, empate en casa con el Sporting (0-0), derrota en el Camp Nou (3-0)... Luego llegaría una reacción (tres victorias y un empate), pero la era Sampaoli ya tenía fecha de caducidad.