Se acabó... de momento. La competición se despide de 2017 con el Sevilla pidiendo clemencia ante cualquier rival, sirva de ejemplo la espantosa Real Sociedad que le ha ganado en Anoeta. Sostenido durante semanas por la indudable calidad técnica de la mayoría de sus futbolistas (¿por qué todos parecen malos?), el intento de edificio se ha desmoronado estrepitosamente. El Sevilla ha colapsado. No hay por dónde coger a este Sevilla dibujado por Óscar Arias y descompuesto por Eduardo Berizzo. Sigue sin defender bien, atacando a la velocidad de un equipo de veteranos, con cambios tardíos e insulsos desde el banquillo, con una falta alarmante de oficio y espíritu competitivo (sirvan de ejemplo las cabezas agachadas tras dos tarjetas injustas a Pizarro y a Corchia en Anoeta), presionando de manera ridícula y a destiempo y ofreciendo en bandeja a sus rivales jugadas de todo tipo.
El panorama es desolador. Llámenme pesimista, agorero o lo que quieran. Si las dudas que rodean a Arias y a Berizzo, los dos que manejan la nave deportiva, son casi unánimes, la incertidumbre ante el futuro inmediato está justificadísima, pues el argentino seguirá al mando de un equipo que no juega como equipo y el encargado de solucionar la papeleta con decisiones de calado es el mismo al que la directiva eligió por descartes, tras declarar caros a otros directores deportivos tanteados. El fragor del enésimo mal partido señala a todos, incluso al presidente que se va a embolsar 300.000 euros en el peor momento posible.
Este año no tendrán en Nervión que escribirle a los Reyes Magos, sino que deben pedir un anticipo a Papa Noel. Urgen decisiones, algunas tan incómodas y desagradables como darle un ultimátum o despedir directamente a un entrenador que ha demostrado un compromiso digno de elogio en una situación más que delicada. No se le puede reprochar nada a Berizzo en cuanto a profesionalidad y compromiso. Pero o cambia, o lo cambian. Así de claro. Su Sevilla no funciona, debe escribir algo muy diferente en la pizarra. Señalar de forma individual a los jugadores no es de todo justo: no son tan malos. Salvo hecatombe ante Cádiz y Betis, a Berizzo se le dará la oportunidad de ver si con los fichajes reacciona, pero estos (no menos de tres tras dejar caer por el precipio a uno de los mejores, Nzonzi) deberían llegar mucho antes del 31 de enero....