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Meritorio pero... ¿a qué atenerse?

El Sevilla disputará los octavos de final de la Champions dando la sensación de ser tan frágil como capaz de poner en jaque al más pintado. Encontrar el anhelado equilibrio se antoja fundamental para poder superar una barrera que será muy exigente

06 dic 2017 / 23:47 h - Actualizado: 06 dic 2017 / 23:52 h.
"Sevilla FC"
  • Ben Yedder, en un lance del partido. / Antonio Bat (Efe)
    Ben Yedder, en un lance del partido. / Antonio Bat (Efe)

Estar por segunda temporada consecutiva entre los dieciséis mejores equipos del continente debe ser siempre un motivo de felicidad para el Sevilla y su afición. Habrá a quien pueda parecerle fácil alcanzar esta fase, pero en un torneo de este nivel los errores se pagan caros y a veces, carísimos. Y si no, que le pregunten al Atlético de Madrid, apeado a las primeras de cambio tras pinchar ante el cuasidesconocido Qarabag, de Azerbaiyán.

Tiene mérito que el Sevilla, un equipo que temporada tras temporada se ve obligado a reconstruirse por la marcha de jugadores clave y la llegada de un buen puñado de caras nuevas, vuelva a estar en el sorteo de los octavos de final de la máxima competición continental a nivel de clubes: eso sí, deberá elevar su nivel y encontrar ese equilibrio que tanto se espera y que, visto lo visto, sigue sin aparecer.

Frente al Máribor, el conjunto nervionense volvió a flaquear en defensa durante la primera parte, en la que encajó un gol con excesiva facilidad y pudo ver aumentado el peso de la losa en alguna que otra ocasión de los locales mientras arriba su pegada brillaba por su ausencia.

Hubo que esperar a la segunda parte para ver al mejor Sevilla, ese equipo que se echa el partido de verdad a la espalda, aprieta los dientes en defensa y hace valer sus virtudes, en este caso frente a un rival inferior en potencial y que terminó desfondado físicamente. El gol de Ganso premió el esfuerzo y certificó la clasificación para la siguiente ronda como segundo de grupo mientras el Liverpool barría (7-0) al Spartak de Moscú.

El mérito del Sevilla está ahí y nadie puede quitárselo. La cuestión es: ¿a qué atenerse? ¿Veremos a un Sevilla a la altura de las circunstancias en la siguiente eliminatoria, donde jugará contra un primero de grupo o, por el contrario, habrá que encomendarse al arrojo de las segundas partes? Hasta el regreso del torneo queda camino por recorrer. La primera parada se llama Santiago Bernabeú, donde no valdrán medias tintas.