«Ha sido un trabajo de grupo, de espíritu, una continuación de la dinámica positiva de Madrid y estamos muy contentos. Empezamos a ser un grupo unido y cuando conseguimos jugar así vamos a una y sabemos a qué jugamos». Con estas palabras resumió Vincenzo Montella lo acontecido en el RCDE Stadium tras la victoria por 0-3 sobre el Espanyol, segunda consecutiva de un Sevilla que una semana atrás había alcanzado su cota más baja de la temporada tras perder consecutivamente frente al Betis y el Alavés.

Más allá de los tópicos, los conceptos a los que alude el técnico italiano lo dicen todo: trabajo de grupo, espíritu, grupo unido, saber a qué se juega... Para empezar, Montella ha logrado que el equipo no se rompa con la facilidad que se venía viendo durante toda la temporada. líneas y ajustar posiciones para evitar inferioridad numérica tanto en ataque como en defensa ha sido clave a la hora de resurgir.

Entre la visita a la Real, el derbi y el partido de Mendizorroza, el Sevilla encajó la friolera de nueve goles, a tres de media, algo inasumible para cualquier aspirante a la zona alta de la tabla. Sin olvidar el triunfo por 2-1 sobre el Cádiz, la reacción ha sido digna de elogio: victoria por 1-2 en el Wanda Metropolitano y posterior goleada (0-3) en el campo del Espanyol. Todo un giro de timón en cuanto a resultados y, sobre todo, en cuanto a seriedad a todos los niveles.

Tanto en Madrid como en Barcelona el equipo de Montella –repitió alineación el italiano– demostró ser precisamente eso: un equipo, algo que no se había visto hasta ahora. Queda mucho que mejorar todavía y la llegada de refuerzos sigue siendo una necesidad pese a estos dos triunfos, pero al menos las sensaciones han cambiado radicalmente.

El Atlético, un rival ante el que nadie lo pasa bien, tuvo ocasiones para marcar, pero el Sevilla supo jugar sus cartas, llevar el partido a la hoja de ruta que Montella había diseñado para neutralizar a los pupilos de Simeone. Justo lo mismo que hizo ante el Espanyol de Quique.

La mejoría como equipo responde a la mano del técnico pero también a la aportación de los jugadores, más concentrados, sin correr a lo loco tras el balón y tras los rivales, y trasladando al césped las ideas del entrenador.

Montella ha dado un vuelco al Sevilla y mañana quiere poner el Sánchez-Pizjuán al rojo vivo para meter al equipo en las semifinales de la Copa del Rey contra todo pronóstico. No será fácil. El Atlético llegará herido y con potencial suficiente como para dar la vuelta a la eliminatoria.

Habrá que ver a qué once alinea en esta ocasión Montella, aunque más allá de los números, la sensación es que los futbolistas creen en este entrenador y mejoran su nivel con él.