Ni los más viejos del lugar...

El Sevilla de Sampaoli destroza hasta las costumbres más arraigadas a la hora de decepcionar

22 ene 2017 / 17:49 h - Actualizado: 22 ene 2017 / 18:48 h.
"Sevilla FC","Sampaoli"
  • Los jugadores del Sevilla corren hacia Franco Vázquez, a la derecha del todo, tras marcar éste el 2-3. / Efe
    Los jugadores del Sevilla corren hacia Franco Vázquez, a la derecha del todo, tras marcar éste el 2-3. / Efe

Quienes conocen al Sevilla como si lo hubieran parío avisaban de petardazo –que no chupinazo– en Pamplona. Ni el Sevilla de la 2006/07, el mejor de la historia moderna –hasta ahora– escapaba a esa cal y arena seguida en circunstancias como las actuales, con el equipo de Nervión luchando arriba del todo. Aquel Sevilla de Juande Ramos no pudo conquistar la Liga porque, además de competir todos los títulos hasta el final, flaqueó en momentos inapropiados, léase Getafe, Pamplona o Tarragona, donde caía lastimosamente (1-0) tras haber derrotado en el Sánchez-Pizjuán al líder Barcelona (2-1). Un calco a lo que estaba pasando esta semana, diez años después. De ahí que los resabidos veteranos de Nervión intuyeran el petardazo sevillista en El Sadar. Pues nada, ya ni los más viejos del lugar.

El Sevilla de Sampaoli no sólo rompe moldes en estilo y conceptos sino también en idiosincrasia a la hora de decepcionar. «Ya no puede uno ni maldecir al Sevilla», habrá exclamado con toda la razón algún gruñón con el pañuelo preparado. Porque el Sevilla escuchó eso de «a Pamplona hemos de ir...» y allí que fue, se puso el mono de trabajo a tiempo, se bajó al barro –un poco más y es literal– y ganó al colista siete días después de pasar por la piedra al líder. Si hoy aún queda algún hereje que no crea en el amateurismo sevillista está todavía a tiempo de librarse del purgatorio.

Quizás no pelee en las últimas jornadas por el título de Liga. Dependerá de mil detalles, como cuán lejos llegue en la Champions el propio Sevilla y sus rivales, que también tienen camino por recorrer en la Copa del Rey. Pero quizás sí la pelee y podamos asistir a un milagro tan hermoso como el de 2014 y el Atlético de Madrid. Aquél fue el mejor Atlético de la historia y el actual es el mejor Sevilla de siempre en estos momentos: 42 puntos en 19 jornadas. A un ritmo de 84. El objetivo, dicen, es acabar tercero, aunque con la boca cada vez más pequeña se hable de molestar al Real Madrid y al Barcelona hasta que ya no queden fuerzas. Para asegurarse plaza Champions sin pasar por el play off el Sevilla ya disfruta, en pleno ecuador del campeonato, de siete puntos de ventaja respecto a los de Simeone. Ojo al dato. En el barco de Sampaoli ya no hay sitio, pero aún admite polizones.

Seguramente la Liga de Campeones tampoco admita milagros, pero por el momento el Sevilla tiene una eliminatoria asequible con el Leicester. Si vence, escuchará a la diosa Fortuna. Y si nadie es capaz de derrumbar la fe de los amateuristas quizás podamos asistir a otro hermoso milagro como el que también protagonizó el Atlético de Simeone hasta en dos ocasiones, las dos que se plantó en la final de la Champions. Tremendo. Y eso que no ganó ninguna. Pues eso, que lo más probable es que el Sevilla acabe el año sin ganar un título pero... ¿y lo bien que se lo están pasando en Nervión? Si Sampaoli proclama la rebeldía más absoluta ante el poder establecido ha llegado al lugar idóneo. Abróchense los cinturones.