¿Quién metió el miedo en el cuerpo a quién?

Mientras el Bayern goleaba al Dortmund, el Sevilla tuvo contra las cuerdas al Barcelona pero no ganó por deméritos propios tras acusar, una vez más, su falta de pegada. Pese a ello, firmó un gran encuentro que sólo Messi, el de siempre, fue capaz de cambiar

01 abr 2018 / 00:11 h - Actualizado: 01 abr 2018 / 00:14 h.
"Sevilla FC","Leo Messi","Muriel","Vincenzo Montella"
  • Muriel y Jesús Navas, nombres propios del partido, celebran el gol del delantero colombiano. / Manuel Gómez
    Muriel y Jesús Navas, nombres propios del partido, celebran el gol del delantero colombiano. / Manuel Gómez

El Sevilla de Vincenzo Montella es, sencillamente, imprevisible: tan capaz de espantar a propios y extraños con su partido de la pasada jornada en Butarque como de poner a los aficionados en pie una y otra vez tal como hizo este sábado contra el mismísimo Barcelona.

Frente al líder de la Liga y gran candidato a todos los títulos por los que lucha, el Sevilla rozó una victoria que mereció durante 87 minutos pero que dejó escapar a partir de ese instante. Justo cuando Leo Messi, que había saltado al césped con 2-0 en contra y un panorama muy oscuro, apretó los dientes y terminó marcando el definitivo 2-2 mientras presenciaba la auténtica sucesión de ocasiones desperdiciadas por los pupilos de Montella.

La apuesta del técnico italiano fue tan valiente que rozó la osadía, teniendo en cuenta a quién se enfrentaba. El plan era dejarse la piel sobre el césped y aprovechar alguna de las llegadas al área de Ter Stegen. Eso sí: calculando al milímetro las fuerzas, porque fuerzas había que tener, y muchas, para aguantar hasta el final después de ver la presión alta que Montella ordenó a sus hombres desde el pitido inicial. Cualquier error en esa defensa podía costar muy caro. De hecho, Mercado se libró de ser expulsado justo antes del descanso. El colegiado le perdonó la segunda cartulina amarilla.

Pero el Sevilla supo navegar cuando llegaron las olas, se tapó apretando los puños como si no hubiera mañana y dio dos zarpazos en forma de gol que pusieron boca abajo el Sánchez-Pizjuán.

Messi aún no había pisado el césped. El argentino observaba el juego desde el banquillo. Sus problemas musculares y lo que tiene su equipo por delante en esta recta final de temporada invitaban a reservarle un poco más. Cuando salió al campo, el Sevilla aún intentaba e intentaba marcar el 3-0. Ver para creer lo que fallaron entre unos y otros. Y en especial, ver una vez más cómo Muriel, autor de uno de los goles, terminó fallando lo infallable, haciendo difícil lo que parecía más fácil mientras su físico, después de su periplo con Colombia, se iba a pique con Ben Yedder y Sandro sin un solo minuto de juego.

En cualquier caso, no todo se le puede achacar a Muriel, que al menos se dejó el pellejo luchando contra sus limitaciones. Este Sevilla carece de ese delantero top necesario para alcanzar los retos ambiciosos por los que pelea. No es nuevo esto. Como tampoco lo es la necesidad de que los futbolistas de otras demarcaciones aporten también goles.

Con todo, uno se pregunta: ¿quién metió miedo a quién este sábado? ¿El Bayern, con su goleada al Dortmund (6-0), o el Sevilla, teniendo al mismísimo Barcelona contra las cuerdas y pudiendo incluso lograr un resultado sonado?