Sampaoli escucha y sigue

Las ideas de Sampaoli, desde una base innegociable, han mostrado una clara evolución

21 sep 2016 / 21:04 h - Actualizado: 22 sep 2016 / 23:19 h.
"Sevilla FC","Sampaoli"
  • El tatuaje de Jorge Sampaoli en su brazo izquierdo.
    El tatuaje de Jorge Sampaoli en su brazo izquierdo.

«No escucho y sigo, porque mucho de lo que está prohibido me hace vivir...». Esa frase, parte de una canción del grupo argentino Callejeros, luce tatuada en el brazo izquierdo de Jorge Sampaoli y es utilizada, su primera parte, como emblema de una manera de concebir el fútbol, la del técnico del Sevilla, basada en el ataque imperturbable, no condicionado a rivales, escenarios o estados de forma. «No escucho y sigo», una forma de dejar claro que morirá con sus ideas a pesar de que los resultados puedan no ser satisfactorios. Por ahora, el Sevilla de Sampaoli sí está cosechando resultados: suma 11 puntos en las primeras cinco jornadas de la Liga y no ganó de milagro una Supercopa de Europa ante el Real Madrid. Sin embargo, la realidad muestra que Sampaoli sí que escucha, a pesar de que siga su camino.

Desde su carta de presentación en Trondheim ante el Real Madrid hasta el derbi del martes han pasado muchas cosas y no pocas han sido las variaciones del técnico en sus planteamientos, de partido a partido y durante los mismos. Sampaoli ha demostrado poseer una alta capacidad de lectura de los encuentros y un corto tiempo de reacción para mover sus fichas. Precisamente en Noruega, en su estreno en el banquillo sevillista, el argentino salió con una defensa de tres que a los diez minutos se convirtió en cuatro: el Sevilla hacía aguas y el entrenador tuvo que tragarse su planteamiento inicial para competir de verdad ante el Real Madrid en aquella final que casi gana.

Pero hay más. Comparando el Sevilla que se enfrentó al Espanyol en el debut liguero con el que el pasado martes retó al Betis encontramos varias diferencias. El de la jornada 1 fue sin complejos a por el rival, a presionarle arriba y a tener, durante muchos momentos, a seis jugadores por delante del balón cuando atacaba. Aquello derivó en un espectacular 6-4, producto de la calidad sevillista arriba y las muchas pérdidas de balón que cogían al equipo descolocado. El Sevilla que derrotó al Betis fue un Sevilla más pausado, menos espectacular pero mucho más planificado desde la solidez defensiva: doble pivote Iborra-N’Zonzi, Mariano subiendo la banda en contadas ocasiones, muy pendiente de Rubén Castro, y un solo delantero centro.

Fuera de casa, realmente, no ha habido evolución, pues tanto en Villarreal como en Eibar –y en Turín– el Sevilla estuvo plano. Pero sí que confirman esos partidos que los movimientos en la pizarra de Sampaoli son constantes. Salió sin delantero centro ante la Juve, con los dos que tiene en el plantel en Ipurua y con uno en Villarreal. En el derbi también hubo movimientos. Llegó un momento, con 1-0, en el que el entrenador sevillista quitó a Iborra y metió a otro atacante, Sarabia, disponiendo un arriesgadísimo dibujo que sólo se sostenía con una altísima y coordinada presión arriba. Aquella decisión reventó a Franco Vázquez y de nuevo Sampaoli actuó, sustituyéndolo por Kranevitter. Un nuevo cambio de planes que volvió a solidificar al Sevilla en defensa.

Una de las críticas más comunes a las ideas del argentino es que atacar tanto, si no tienes grandes estrellas, implica ser débil atrás. Sampaoli, pese a su tatuaje, parece haber escuchado y el Sevilla ha encajado sólo dos goles en los últimos 450 minutos de juego –cinco encuentros–, fruto de un giro que muchas voces, de dentro y fuera del club, reclamaban. El siguiente reto es buscar la manera de mantener esa efectividad en tareas defensivas mientras mejora la productividad en ataque. Le hará falta en su próxima salida: San Mamés.