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Actualizado: 21 feb 2018 / 23:28 h.
  • Jesús Navas dispara a puerta. / Manuel Gómez
    Jesús Navas dispara a puerta. / Manuel Gómez

Títulos, finales... Son muchos los éxitos logrados por el Sevilla en los últimos tiempos y no es fácil seguir llenando las vitrinas de trofeos, pero, sin duda, el camino más corto para conseguirlo es crecer sobre la base de un buen trabajo que permita pelear a la hora de la verdad.

Y eso fue justo lo que sucedió en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones: el Sevilla peleó de tú a tú con el Manchester United, uno de los grandes nombres propios del fútbol mundial, por dar el primer paso hacia la siguiente ronda. Y a fe que mereció el equipo de Vincenzo Montella darlo. Lejos de achicarse o temblar, los nervionenses firmaron un gran encuentro y recordaron que no están en la competición por casualidad.

El propio José Mourinho, que algo sabe de esto, llegó a decir antes de este primer duelo que el conjunto nervionense está hecho para estas citas. «El Sevilla es un oponente muy difícil, es un club ganador de copas que disfruta disputándolas», dijo el técnico portugués. Palabras de respeto que, visto lo visto, tenían fundamento. Mourinho y su United demostró un profundo respeto al Sevilla jugándole replegado y sin apenas correr riesgos para no complicarse la vida más de la cuenta en el Sánchez-Pizjuán. Los balones en largo a Lukaku, las escasas pinceladas de Alexis y un par de intentos de Rashford constituyeron el bagaje del conjunto británico ante el de Montella.

Que el Sevilla se marchara sin haber celebrado un solo gol tuvo dos culpables: por un lado, la falta de claridad de los jugadores a la hora de finalizar sus continuas llegadas al áres; y por otro, un español: De Gea. Espectacular el encuentro del internacional español, salvando al United cuando ya se cantaba el gol en las gradas con intervenciones espectaculares.

Fue un gran partido el del Sevilla que no le dio la recompensa que merecía por su trabajo, su arrojo y su sucesión de ocasiones mientras el Manchester se conformaba con capear el temporal intentando aprovechar el cansancio nervionense o alguna jugada puntual de alguno de sus jugadores más talentosos.

Todo se decidirá, pues, en Old Trafford. Con el Sevilla clasificado para disputar la finalísima de la Copa del Rey, dentro de tres semanas se jugará la posibilidad de hacer historia alcanzando los cuartos de final de la Liga de Campeones. Lo consiga o no, nadie podrá decir a este Sevilla al que Montella y los jugadores están levantando del suelo que no dieron todo lo que tienen. Para superar al United en el Teatro de los Sueños tendrán que jugar igual de bien o mejor que en el partido de ida. No será fácil. El Manchester se juega mucho, está diseñado para llegar lejos y deberá salir a por todas si quiere dejar en la cuneta a este Sevilla que este miércoles no venció pero sí se ganó, aún más si cabe, ese respeto que lució a gala estos años por el viejo continente y que se hizo incluso mayor tras el gran encuentro que firmó ante su afición. La despedida que le brindó el sevillismo, orgulloso de los suyos, lo dice absolutamente todo.