Se acaba 2017 y, antes de que el Sevilla eche el telón este miércoles en Anoeta frente a la Real Sociedad, ya ha dado por concluido un año más que bueno como local. Pese a las nubes negras que planean en la actualidad por Nervión por las malas sensaciones que transmite el equipo y las críticas al entrenador, Eduardo Berizzo, y al director deportivo, Óscar Arias, el espectacular desempeño del Sevilla en el Ramón Sánchez-Pizjuán merece ser destacado: 26 encuentros oficiales con un saldo de 17 victorias y nueve empates. No ha perdido en todo el año en su estadio el equipo nervionense, que además añade varios partidos más de 2016 para llegar, hasta el momento, a una racha de imbatibilidad como local, en cualquier competición, de 29 partidos (20 triunfos).
Nervión es el único sitio en el que se puede seguir viendo a un Sevilla poderoso. Eso sí, cada vez de forma más intermitente por su notable bajada de nivel en el presente curso. Es el clavo ardiendo al que se agarra el sevillista para esperar un 2018 en el que el equipo reaccione partiendo de la base del Sánchez-Pizjuán, fichando jugadores en enero y recuperando la solidez fuera de casa. En 2018 visitarán el coliseo sevillista todos los grandes de la Liga (al menos una vez, la de la segunda vuelta de la actual competición), además del Manchester United y quien sabe qué más equipos en la Copa del Rey actual o en la competición europea que juegue el Sevilla el curso que viene, si lo hace. Será un examen difícil.
Pero igual de complicado empezó 2017, con una doble visita del Real Madrid a Nervión. Un entretenido empate a tres en la Copa que sirvió de eliminación y mostró a un desafiante Sergio Ramos, que buscó y encontró los insultos de una afición que por supuesto sería castigada pero que vería pocos días después cómo el camero se metía un gol en su portería y abría las puertas de la remontada al Sevilla en los minutos finales, culminada por un tanto de Jovetic que desató el delirio.
Ha sido un 2017 repleto de sensaciones en el campo sevillista, que no vio caer a su equipo pese al evidente bajón del tramo final de la temporada pasada. Una depresión originada por la inolvidable eliminatoria en la Champions League frente al Leicester City. El equipo inglés, en plena crisis, fue arrollado en Nervión por un Sevilla que no supo rematarlo: falló ocasiones clarísimas, sobre todo un penalti, y vio cómo Vardy dejaba de hibernar para marcar en el único acercamiento a Sergio Rico. Fue una bofetada de la que ya el equipo de Sampaoli no se recuperaría en la vuelta (otro penalti fallado incluido) y que le comprometió el cuarto puesto en la Liga hasta casi el final.
Del actual curso cabe destacar, por orden cronológico, la vuelta del play off de la Champions ante el Basaksehir, primero en descubrir las debilidades de este Sevilla (aquel disparo al poste en el último minuto de Emre), el regreso de Vitolo a Nervión tras su huida en avión justo antes de firmar el nuevo contrato al que se comprometió y, sobre todo, el espectacular Sevilla-Liverpool de la Liga de Campeones, cuando el cuadro nervionense parecía que iba a ver cortada su racha tras el 0-3 con el que se llegó al descanso y logró empatar a tres en la penúltima jugada, todo ello envuelto en un ambiente extraordinario que dio la vuelta al mundo. Es precisamente esa magia de Nervión la que sostiene a un Sevilla que debe espabilar en el ya inminente 2018. Para empezar, Cádiz... y Betis.