Desde que elevó a cinco su número de títulos de campeón de la Copa de la UEFA/Europa League, el Sevilla sólo tiene ojos para la Liga de Campeones. Todo (o casi) gira en torno a ella. Además de prestigio y muchas otras cosas, participar en la máxima competición continental reporta grandes beneficios económicos, de ahí que sea el objetivo prioritario.

El año 2017 ha dado para mucho en Nervión. El último proyecto diseñado por Monchi terminó con el Sevilla clasificándose para la Champions gracias a su cuarto puesto en la Liga, pero también con sinsabores. La eliminación a manos del Leicester en los octavos de final aguó una temporada a la que la Copa del Rey tampoco puso precisamente arreglo.

El efecto Sampaoli, un técnico que generó unas grandes expectativas, fue diluyéndose poco a poco, hasta el punto de terminar con la afición desencantada con un equipo desfondado antes de tiempo y con un entrenador cuyos coqueteos con la selección de su país terminaron llevándole a rescindir su contrato mientras se empeñaba en negarlo todo.

Pero Sampaoli no fue el único nombre propio que hizo las maletas. Jugadores como Iborra, Jovetic, Nasri, Rami o Mariano se marcharon, aunque ninguno de ellos con la crudeza del que era uno de los grandes ídolos de la afición: Vitolo. El canario puso rumbo al Atlético –previo paso por Las Palmas en calidad de cedido por aquello de la sanción a los colchoneros– pese a haber alcanzado un acuerdo para renovar con el Sevilla. Esta brusca y agria ruptura llevó al club a emprender acciones legales, pendientes de resolución a día de hoy.

El club nombró director deportivo a Óscar Arias y puso en marcha el proyecto 2017/18 dando el banquillo a Eduardo Berizzo, al tiempo que realizaba la mayor inversión de su historia en fichajes: unos 65 millones de euros para incorporar a nueve futbolistas (Muriel, Banega, Nolito, Jesús Navas, Kjaer, Corchia, Pizarro, Carole y Geis). Sin embargo, todo esto no ha servido hasta el momento para que el Sevilla rinda al nivel esperado. Más allá de la situación en la Liga, con la zona Champions a tiro pese a la dura pugna por esas plazas, y la presencia en los octavos de final de la Champions y de la Copa, las malas sensaciones motivaron la destitución de Berizzo, quien semanas antes tuvo que dejar temporalmente el equipo para ser intervenido.

Casi cinco años después de la última vez que puso fin a la etapa de un técnico, el Sevilla decidió dar un giro con el fin de ver mejores perspectivas recurriendo a un nuevo entrenador, a la espera de reforzar su plantel, al que ya ha llegado Arana. No se presume fácil el año 2018. La exigencia es grande desde hace tiempo y urge afinar más que nunca.