Un puñetazo en la mesa, pero ya

Con el director deportivo diciendo adiós casi cada día y el entrenador mirando al futuro más que a buscar la solución al problema de fútbol de su equipo, el Sevilla parece ahora mismo un barco a la deriva. Urge actuar tanto en el palco como en el banquillo

05 abr 2017 / 22:08 h - Actualizado: 06 abr 2017 / 12:45 h.
"Sevilla FC","José Castro","Nasri","Sampaoli"
  • José Castro, a la derecha, junto al presidente del Barça, Bartomeu. / Efe
    José Castro, a la derecha, junto al presidente del Barça, Bartomeu. / Efe

El Barça-Sevilla de 2017 no ha tenido nada que envidiarle a los de años anteriores: goleada fácil de los azulgranas y planteamiento censurable en los de blanco. De hecho, la pizarra de Sampaoli este miércoles en el Camp Nou era calcada a la usada por Unai Emery con el PSG hace unas semanas en el mismo escenario, con la salvedad de que el vasco empezaba con cuatro goles de ventaja y el argentino no. Si Cavani, aquella ya mítica noche, jugaba por detrás del círculo central, esta vez Correa merodeaba por la misma zona. No había que esperar mucho para la debacle.

El Sevilla sigue enfermo y nadie da con la medicina. Lleva demasiadas semanas el club nervionense mareado con asuntos extradeportivos que no finalizan. Monchi ha anunciado al fin su salida pero esto parece el parto de la burra, pues sigue siendo uno de los puntos de interés y centro de atención mediática constante. Lo de la crisis social del Sánchez-Pizjuán seguirá así hasta, como poco, el final de esta temporada tornada en triste de repente, con los Biris echándole un pulso al cada vez más zarandeado José Castro. Y el problema en el terreno de juego permanece. Entre otras cosas, porque Sampaoli no da con la tecla para reactivar de otra forma al equipo. Un Sevilla al que no le vale jugar al ritmo de Nasri en estos momentos. Ni ante el Sporting o el Leganés en casa ni mucho menos ante el Atlético o el Barcelona fuera. Pero el francés juega por castigo, es inamovible.

Y el que sí está castigado, junto al también carísimo Ganso, es Franco Vázquez. No encuentra y no parece buscar alternativas el entrenador del Sevilla, por lo que es difícil que la máquina se engrase de nuevo por arte de magia. Lo del Sevilla no es un problema de cansancio, es un asunto de no encontrar la solución a un problema sobrevenido. La baja forma de Nasri podrá ser por cualquier cosa menos acumulación de esfuerzos, algo válido únicamente para Vitolo y N’Zonzi. Incluyan a Mariano si gustan. Visitar el Camp Nou no es el detonante de la crítica, pero tampoco debe quedar al margen pues no pocos equipos jugaron ante Messi, Neymar y Suárez y los pusieron contra las cuerdas.

El primer síntoma claro de que Sampaoli no da con la tecla en estos momentos es que el equipo ha perdido la fe. En el Camp Nou, ni carácter guerrillero –y amateurista– en la derrota... hasta que el Barça sesteó. Y como lo único que se le ve al técnico es hablar del año que viene y exponer públicamente sus exigencias al club para quedarse –teniendo contrato–, parece del todo necesario que alguien coja el timón de una nave que ahora mismo va sin rumbo, en casi todos los ámbitos. Y la deriva, a 5 de abril de 2017, conduce a quedarse sin la Champions y con un proyecto cogido con alfileres si es verdad que José Castro y su consejo andan aún pensando cómo sustituir a Monchi, que lleva meses despidiéndose; y si permite al entrenador distraerse en plena crisis. Urge el clásico puñetazo en la mesa.